ALEJANDRO CAMACHO RUBIO
Mohín alegre desde el ictus inherente de dos palabras de ocasión, matizadas a la acción del verbo de existencia finita como la intensidad de un compás musical que expresó sentimientos serenos con cariz, conjugando tiempos sucesivos perfecto e imperfecto del aspecto exterior de una acción a la palabra, persona o cosa con modesta seriedad pero para no fiarse, de verosimilitudes ni probabilidades de algún montaje mudo que el Sol pudiese guardar o salvar disimulado encubriendo a la Luna con su luz reflejada cómplice de ciertas situaciones evitando daños colaterales como explosión de estrellas al guardar apariencias o formas para cubrir aspectos agradables, afortunados; y a la inversa enmudecen detrás de un hermoso arcoíris.
Tierra, Cielo, Aire, Mar o Fuego nunca han sido de apariencias ilusorias como espejismos de arena desértica, aúnque nubes vayan o vengan igual que la marea, y tormentas inunden nuestro cielo de sentimientos sellados con amor perdurable eternamente en nuestro mar, y no cambian jamás como el vaivén de las olas sucumben al efecto de los astros celestes que asoman por montañas al mezclarse entre rotación terrestre con vientos que halagan la vida tras cerrarse la nube derramando gotas de lluvia acariciando la faz del suelo que piso y dibujó mi ser con la misma agua que se confunde desde el lagrimal.