ROSA BURGADA
Antes de la pandemia, habíamos estado presenciando un auge en las voces que pedían mayor conciliación e implantación de medidas de teletrabajo de forma mayoritaria en las empresas. Pero, en España concretamente, la implantación de esta medida estaba a la cola de la Unión Europea, con sólo un 19% de empresas que lo ofrecían a finales del año pasado, y sólo un 7% de los trabajadores que lo habían podido disfrutar «alguna vez».
Sin embargo, las medidas decretadas por el Estado de Alarma han obligado a todos los trabajadores a permanecer en sus casas, con la excepción de algunos sectores considerados de primera necesidad. De la noche a la mañana, cientos de miles de personas han abandonado su silla en la oficina para ocupar otra desde sus casas. Presenciando así el mayor experimento laboral en masa que seguramente se ha llevado a cabo en decenas de años. El coronavirus será, seguramente, el punto de inflexión a la implantación de medidas de conciliación. Empezarán a cambiar cuestiones relacionadas con la flexibilidad, los objetivos en base a resultados, y la confianza en el empleado como responsable de su tiempo. Quizá esta sea la oportunidad que esperábamos para que el jefe controlador pase a ser cosa del pasado, mientras que gradualmente emergerá una nueva dinámica laboral más colaborativa, menos jerárquica y más basada en la corresponsabilidad.
Nadie tiene el conocimiento ni la experiencia para poder saber a ciencia cierta lo que vendrá, pero vale la pena imaginarlo. Así podemos sumar ahora nuestro granito de arena para fomentar aquello que nos convierta en una sociedad mejor. Podemos estar alerta para frenar, en la medida de nuestras posibilidades, aquellos cambios que nos transformen en algo que no queremos ser. Cuando todo esto pase, estaremos mejor preparados para aportar valor a las personas, a nuestro entorno y a nuestra sociedad, que tanto nos necesitan ahora.
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