ALMUTAMID

El sábado me llevé una sorpresa inesperada pues Alba y yo habíamos quedado para tomar café y hacer unas copras antes de cenar algo e irnos a ver los fuegos que cierran la Feria. A la hora de cenar se empeñó mucho en ir a un sitio en concreto y desde luego no iba a ser yo quien se opusiera a sus deseos. La sorpresa fue muy sencilla: el resto del grupo estaba reunido para celebrar tardíamente mi cumpleaños.

No les había dado tiempo a preparar nada especial pues se enteraron que yo venía cuando me habían visto aparecer por la caseta de la Feria, pero se les ocurrió utilizar a mi novia como gancho para llevarme al menos a cenar juntos. Lo gracioso es que ella me llevaba a tiendas donde me preguntaba qué me gustaba y después avisaba a Viqui mandándole una descripción o una foto sin que yo me diera cuenta para que me lo regalaran, de modo que me encontré con dos polos y una bómber que me había probado esa misma tarde como regalo de mis amigos.

Era imposible sentirse mejor. Desde que había bajado del avión no hacía más que recibir el cariño de mis amigos y el amor de mis padres y mi novia. Mi obligación era devolvérselo y no sólo con agradecimientos. Tenía en casa lo que jamás había conseguido construir fuera de ella aunque quizá la culpa también fuese mía. Pero ahora recibía mucho. Estaba convencido de que cuando les anunciara mi regreso todos se pusieran muy contentos. Especialmente mi chica que disfrutaba viéndome tan feliz.

En ocasiones quieres que el tiempo corra y otras que no se detenga como cantaba Lucho Gatica, y que “el reloj no marque las horas…” Ahora estaba en uno de esos momentos con la mejor de las compañías posibles. Todo se me ponía de cara.

Vimos los fuegos desde el río sin acercarnos demasiado al Real de la Feria. Las parejas agarradas. Yo estaba feliz cogiendo a mi chica por la cintura con su carita pegada a la mía y su culo pegado a mi entrepierna con mi paquete bien encajado entre sus nalgas, sin los apuros pasado en las bullas de Semana Santa de un año antes.

Después los chicos dijeron de tomar una copa. Aunque nos apetecía estar solos accedimos. Tras el detalle de la quedada sorpresa con regalos por mi cumpleaños era lo mínimo. Pero no tardamos mucho en irnos y al hacerlo tuvimos que aguantar su guasa:

-Normal, se tienen ganas…jajajaja

-Aprovechad antes de que se vaya el tortolito…

-¡Iros a un hotel!

Desde luego no nos molestaron sus bromas aunque a Alba se le subieron los colores de pensar que todos imaginaban que queríamos irnos para tener sexo. Cuando salimos ya del bar de copas cogidos de la mano empecé a contarle la conversación con mi madre.

-Esta mañana he hablado con mi madre- empecé.

-¿De qué?

-De nosotros…

-¿Y qué le has dicho?

-Que me gusta una niña…

-¿Y no te ha preguntado quién era?

-No te lo vas a creer.

-¿El qué?

-Que sabía que eras tú…

Se detuvo en la calle para mirarme con cara de extrañeza.

-En serio.

-De verdad. Me ha dicho: “¿A que es esa niña tan guapa que ha venido varias veces a buscarte?”

-Se refería a Viqui.

-Pues no. Me ha dicho inmediatamente: “la alta”

-¿Y qué le has contado?- aumentaba su curiosidad.

-Que le he pedido salir a esa niña tan bonita. Y que me ha dicho que sí…

Las mejillas de Alba se encendieron mirándome y yo continué:

-…y se ha puesto muy contenta. Me ha felicitado. Y dice que hacemos muy buena pareja. Dos buenos niños estudiantes y responsables.

Sus mejillas casi irradiaban calor de lo colorada que estaban.

-¿Se lo has dicho entonces?

-No he podido evitarlo. No puedo ocultarlo.

-Ay Luis que corte…

-A ver, es la primera vez que le cuento a mi madre que estoy con una chica aunque creo que antes sospechó algo. Pero nunca se lo he confesado. Bueno, y después a mi padre, que también se ha puesto muy contento y me ha felicitado por el buen gusto y la suerte.

-Es que yo nunca he tenido novio…no sé cómo decírselo a mis padres.

Nos detuvimos en la calle y le cogí la carita con las manos:

-Princesa, no tienes por qué decírselo todavía. Yo lo he hecho porque anoche llegué pletórico a mi casa. Pero, tú no estás obligada. Cuando te sientas segura, lo cuentas.

-Estoy segurísima de ti…pero no sé como comportarme contigo delante de la gente, de mis padres. No sé qué explicaciones dar. Ay, Luis. Qué corte con tu madre si me la cruzo…

-Jajajaja- reí abrazándola- Te aseguro que yo tampoco sabría como comportarme delante de mis padres y sobre todo de los tuyos. Pero no sé, me ha salido así. Ha sido algo espontáneo. No premeditado. Necesitaba decírselo. Es que estoy viviendo un sueño contigo…

-Ay Luis. Qué cosas me dices, qué cosas me haces. No quiero que esto se acaba nunca…

-Ni yo tampoco mi princesa…

Continuamos caminando por la calle sin un rumbo fijo ahora ya con ella cogida a mi cintura y yo abrazándola por los hombros. Empezamos a hacer planes para cuando yo regresara. Estuve tentado de decirle que me quedaba ya para siempre pero me dio pánico equivocarme y me contuve.

Pasábamos ya cerca de su casa cuando me preguntó:

-¿Quieres ir al callejón?

-¿Quieres meterme mano?

De nuevo se puso coloradísima y me dio la risa consiguiendo que me diera una palmada en el pecho.

-Tonto…sé que no es un sitio muy bonito, pero es nuestro callejón…

-Donde mi niña me mete mano…

-¿Y no te gusta?

-Me encanta, pero con una condición…

Alba se quedó pensativa un momento mirando hacia arriba hasta que con cara divertida preguntó:

-¿Cuál?

-Que yo también te pueda acariciar…

Se quedó pensativa. Pero con una sonrosa jocosa me respondió:

-Vale…pero yo mando…

-Tú mandas siempre…

Antes de meternos en la oscuridad nuestras manos ya se agarraban por la cintura y nos habíamos parados más de una vez para besarnos. Pero esta vez al llegar al fondo no me senté en el poyete. Hice Que Alba apoyara su culo en él y empezamos a besarnos con mucho deseo. Mi mano se apoyaba en su cintura mientras que la otra bajaba por su espalda. Cuando llegó a su culo mi chica no se quejó y pude amasar sus nalgas. Ella imitó mi gesto metiendo sus manos en los bolsillos traseros de mi pantalón.

Mis dedos consiguieron colarse entre los botones de su blusa y que mis dedos rozaran la piel de su barriga agitada. Era sorprendente, pero mi chica parecía estar muy excitada con sólo besarnos y leves caricias. Desabroché un botón y colé mi mano. Ya rozaba el volumen de su sujetador. Iba a acariciar sus tetas. Llevaba semanas soñando con hacerlo. Mi chica estaba dispuesta.

Crecido mi manó se coló entre el sujetador y la blusa sosteniendo mientras intentaba rodear por completo la copa de su teta. Gemí en su boca al hacerlo y ella respondió bajando su mano a mi paquete ya duro. Con mi otra mano la detuve.

-Ahora me toca a mí…-susurré en su oído.

Mi dedo jugó con la piel de su pecho en el filo del sujetador. Su piel era suave y su teta, ligeramente apretada por la prenda de lencería estaba tersa. Mi boca expresó mi sentimiento:

-Me vuelven loco tus pechos…

Mi chica apoyó su cabeza en mi hombro mientras que yo recorría sus tetas con dificultad. Saqué la mano de su blusa y desabroché los dos botones superiores. Ahora tenía suficiente accesibilidad. Recuperé la posición sobre su copa sin la presión de la tela de su blusa. Ahora mi pulgar rozaba su piel mientras mi palma sostenía su voluminoso pecho. Su respiración se volvió más agitada. Pero me dejaba…Sus tetas ya era mías. Tiré de la copa del sujetador haciendo que su pecho izquierdo saltara fuera sosteniéndolo rápidamente con mi mano. Busque a la vez su boca con ansia mientras sentía su pezón, que recordaba grande y oscuro endurecerse entre mis dedos. Mi chica gemía conmigo-

Abandoné sus labios para doblar mi espalda lo suficiente para acercar mis labios a sus pechos y poder dirigir su pezón a mi boca.

-Arghhh, Luis…mi lindo…-me decía acariciándome la espalada.

Yo gemía mamando de su enorme cántaro mientras un extraño pensamiento pasó por mi cabeza: Mis hijos no van a pasar hambre…

-Mmmmm, lindo…¿qué me haces?

No respondí. Tan sólo liberé su otro pecho degustando también su pezón. Su mano intentó volver a mi paquete pero de nuevo la aparté. Entonces levanté mi cabeza y me quedé mirándola. Pese a la oscuridad se veía claramente la redondez de sus senos y sus pezones oscuros agitados por su respiración. Yo me desabroché la camisa y abriéndola pegué sus tetas a mi pecho. Piel contra piel. Alba se abrazó fuerte a mí gimiéndome en el oído:

-Luis….

-Me gusta sentir tu piel pegada a la mía…-susurré pegando nuestros cuerpos.

-Mi lindo…te siento…

Nos quedamos un momento apretados cuerpo contra cuerpo sintiéndonos. Sus pechos se apretaban contra el mío en el que el corazón me palpitaba con fuerza. Fue ella la que buscó de nuevo mi boca con ansia como queriendo atrapar mi energía a través de ella. Yo apoyé de nuevo mi mano en su barriga que subía y bajaba de excitación. Quería tocarla, sentirla, que se derritiera con mi cuerpo. No esperé más y traté de soltar el botón de su pantalón.

-No, Luis, aquí no…-respondió entre gemidos.

-Necesito tocarte mi princesa…

Su cabeza negaba pero sus manos no me detenían abrazada a mí para que nos pechos no se separaran. Conseguí abrir lo suficiente botón y cremallera para que mi mano cupiera encontrándome de inmediato con el elástico de sus bragas. Deslicé mi dedo acariciando la piel que su lencería escondía. Mi chica tembló al sentir mi mano acercarse a su sexo mientras repetía un suave:

-No, no….Luis…no, no…

Me encontré con su vello púbico recortado acariciándolo junto con sus ingles hasta que mi dedo anular se deslizó entre sus labios. A pesar de estar muy excitada no me encontré con su humedad aunque sí con un intenso calor. Al sentir mi dedo resbalar entre sus piernas mi chica empezó a gemir. No sabía si presionar y penetrarla o rozar mi dedo entre sus labios recorriéndolos.

Entonces una de las veces que pasaba mi dedo noté como sus labios menores se abrían ligeramente y de golpe se mojaba la yema de mi dedo. Con una leve presión la primera falange penetró a mi chica que apoyó la cabeza en mi hombro abandonada ya a su placer abrazándome con menos fuerzas.

Su respiración estaba muy agitada. Gemía y resoplaba mientras mi dedo no dejaba de estimular su coño. Las piernas las tenía muy cerradas apretando sus muslos y entre ellos quedaba el espacio justo para que mi mano la masturbara.

Entonces empezó a temblar de nuevo pero más intensamente mientras de su boca brotó un ahogado:

-Arghhhh, arghhhhh, mmmmm, arghhhhh….

Fueron unos 30 segundos en los que noté como se le aflojaban las piernas y su cuerpo parecía perder la fuerza. El flujo que recibió mi mano me dejó claro que mi novia había alcanzado el orgasmo. Mi satisfacción no podía ser mayor.

Nos quedamos abrazados en silencio un buen rato olvidados de todo. Alba parecía sentirse a gusto con sus pechos desnudos contra mi piel y no hizo por taparse. En la intimidad de aquel callejón oscuro y pegada a mi cuerpo nadie podía verla. Yo por mi parte no quería moverme sentir su desnudez pegada a la mía aunque fuese entre botones de camisa me elevaba al séptimo cielo y más aún con mis dedos aún impregnados por su placer.

-Ay, Luis…qué cosas me haces sentir…-pronunció al fin bastante tiempo después.

-Sólo quiero que disfrutes…

-Estar contigo ya es disfrutar…pero…ufff

-¿Te ha gustado?- le pregunté.

Asintió con la cabecita aún echada en mi hombro.

-A mí me ha encantado desde luego…-respondí acariciando su pelo- podría quedarme así toda la vida…

Alba se apretó más a mí como si mis palabras le hubieran encantado pero no dijo nada. De nuevo nos quedamos en silencio pero al hacerlo sintió que mi nabo seguía tieso y me dijo:

-Sigue duro, lindo…voy a tener que hacer que se baje…

-No hace falta…

-¿Yo sí y tú no? Eso no puede ser…

-Hoy ha sido el primer día que tú sí.

-Pero a mí no me importa…pero mi niño no se puede ir así…

Sentí su mano marcar el contorno de mi polla en el pantalón mientras decía:

-Si es que te tiene que doler…

Se separó de mí recogiendo sus pechos en las copas del sujetador pero sin abrocharse la blusa y fue directa a mi pantalón intentando soltar el cinturón. De hecho con habilidad lo soltó incluido el botón y bajó la cremallera acariciando mi dureza por encima del calzoncillo.

-Luis, estás durísmo…

-Es como tú me pones- respondí sentándome en el poyete del callejón.

Mi chica se abrochó el pantalón aun abierto para que mi mano se hubiese colado en sus bragas de las que no pude distinguir bien el color y se acomodó entre mis piernas apoyando sus brazos en mis muslos como había hecho el día anterior. Yo busqué sus labios besándonos mientras ella ya con mucha confianza tiraba del elástico de mi calzoncillo para liberar mi polla durísima como ella había dicho.

Una vez su mano se apoderó de su presa la recorrió con su mano pero de inmediato empezó a pajearme con fuerza.

-Para, para, por favor…-le pedí.

-¿Te hago daño?

-No, no es eso. Esto no es una carrera para llegar antes. Acaríciala despacito.

Mi chica me obedeció pasando con dulzura su mano recorriendo el tronco de mi nabo y acariciando con la yema de sus dedos mi glande.

-Así, así…-le pedí.

Durante unos instantes acarició despacio mi polla con una mano mientras hacía lo propio con mis pelotas con la otra. Desde mi posición veía sus pechos dentro del sujetador. No pude evitar alargar mi mano y acariciarlos. Y llevado por la confianza ganada aquel día de nuevo saqué sus tetas de su prisión. Ahora pude verlas mucho mejor con sus pezones oscuros perfectamente dibujados en la oscuridad.

-Tienes unos pechos preciosos.

-¿Te gustan de verdad?

-¿Lo dudas?- respondí acariciándolos mientras ella hacía lo propio pasando su pulgar por mi glande.

-Siempre he estado acomplejada. Demasiado grandes para una niña delgada. Y con los pezones tan oscuros nunca he podido usar bikinis claros porque se transparentaban. Y si me los ponía con relleno me apretaban demasiado.

-Son hermosísimas. Me podría pasar toda la vida viéndolas y acariciándolas…

-Te pasarías la vida haciendo muchas cosas, jajaja- río mi novia.

-Pero todas contigo…

Su sonrisa se iluminó.

-…mira tus amigas, continué. Leyre está medio plana. Nieves tiene muy poco pecho. Y Viqui está casi como tú.

-¿Qué dices? Viqui tiene menos.

Iba a decirle que yo las había visto y tocado como las suyas pero no era el momento.

-¿Sabes cuál es la medida?- pregunté.

-A ver, experto en tetas, dígame usted- respondió divertida.

-Mi mano- respondí enseñándosela abierta.

Acerqué mi mano derecha a su pecho izquierdo y como si fuese la copa de un sujetador lo envolví sosteniéndolo.

-¿Ves?- le pregunté- son perfectas.

-Y ¿Cuál es esa medida?

-Teta que mano no cubre, no es teta sino ubre- recité- Y tu pecho cabe perfectamente en mi mano.

-Jajajajaja, que tonto- respondió sin dejar de sobarme la polla- Entonces ¿cuál es la medida de una churra?

-Esa es más sencilla.

-A ver…

-Rodéala con tu mano pegada abajo.

-¿Así?- me preguntó agarrando mi polla por su base.

-Así. Ahora con la otra mano haces lo mismo pegándola a la primera.

Al hacerlo su pulgar cubría mi glande quedando toda mi polla rodeada por las palamas de sus manos y sus dedos.

-Pues es perfecta para ti- respondí.

-¿Ah sí? ¿Y cómo se sabe?

-La norma es: te agarras la polla con una mano, te la agarras con la otra, y todo lo que sobre es una barbaridad…

-Jajajajajajajaja-me parto contigo.

Entonces escuchamos ruido. Alguien entraba al callejón pillándonos en posición tan comprometida. Abracé a mi chica para que se pegara a mí y su chaqueta abierta nos cubriera de modo que aparentaríamos estar sólo besándonos.

Eran dos chicas. Ni se percataron que estábamos allí. Ambas orinaron agachadas bajándose medias y bragas mientras sostenían sus faldas. No vi nada entre la oscuridad y la preocupación por cubrirnos. Una de ellas al levantarse y recolocarse la ropa se dio cuenta de que estábamos allí y con naturalidad respondió:

-Perdonad que os cortemos el rollo, pero nos lo íbamos a hacer encima.

-No pasa nada…-respondí educado.

-Adiós.

-Adiós.

-¿Ya se han ido?- preguntó Alba.

-Sí. No podían ver nada.

Hizo el gesto de apartarse pero la detuve.

-¿Qué pasa?- me preguntó.

-Me gusta sentir tus pechos pegados a mi churra…

No se había dado cuenta de que al pegarse a mí estando ella de pie y yo sentado en el poyete sus pechos rozaban mi polla. Pareció ruborizarse aunque con la oscuridad no podía apreciarlo. Mis manos rápidamente acudieron a sus tetas haciendo que envolvieran mi trozo de carne caliente.

-Luis, ¿te gusta?

-Mucho…

-Yo nunca he hecho cosas así…

-¿Y te gusta?

-Me gustas tú…

-Pero ¿te gusta que me guste?

-Mi lindo, quiero que seas feliz.

-Eres preciosa- respondí bajando la cabeza para poder besarla.

Entonces sus manos volvieron a mi polla y empezó a masturbarme con más intensidad mientras mis manos seguían acariciando sus pechos. Yo mismo me sorprendí de la rápida excitación que alcancé con la paja que me estaba haciendo mientras mis manos sostenían sus tetas. Ella pese a haberse corrido un rato antes mostraba su excitación regalándome el endurecimiento de sus pezones. Aunque a veces nuestras manos se estorbaban ella estaba concentrada en su trabajo manual y yo disfrutando de sus pechos.

Cuando sentí la proximidad de mi orgasmo la avisé:

-Princesa, ya viene…

Ella estaba tan concentrada que no me oyó quizá confundiendo mis palabras con algún gemido. Si me corrí la iba a poner perdida y no era ni el sitio ni el momento.

-Princesita, que me corro…-avisé de nuevo levantándome del poyete.

Afortunadamente no entró nadie por el callejón en ese momento pues nos habrían pillado en posición comprometida pues yo tenía los pantalones caídos a media pierna mientras mi chica, de pie a mi lado con las tetas por fuera de la blusa, me meneaba la polla con intensidad mientras yo intentaba agarrarle una con mi brazo detrás de la espalda.

No duró mucho tiempo pues en apenas un minuto empecé a correrme con chorros largos pero poco densos mientras mi chica con la risita nerviosa me daba tirones de la polla hasta que terminé de vaciarme.

En cuanto acabé ella tomó conciencia y se recompuso rápidamente colocándose bien el sujetador y cerrando los botones de su blusa. Después me dio un pañuelo de papel para que me limpiara y me observó mientras yo me vestía. Cuando ya había abrochado mi cinturón y estaba abotonándome la camisa me abrazó y yo la recibí. Nos quedamos unos instantes en silencio hasta que ella me dijo:

-Es tarde y nos quedan dos días de estar juntos todavía…

-Espero que sean muchos más.

Al despedirnos después en su portal casi acabamos dentro otra vez metiéndonos mano. Mi chica estaba despertando a su deseo e iba dando poco a poco pasos para tener un sexo más normalizado conmigo. Sabía que si no la presionaba iríamos avanzando y así lo estaba haciendo. De hecho me gustaba que me tocara, y que ella me quisiera tocar. Pero también que ya me dejara hacerlo a mí.

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