ALMUTAMID
Tras la típica pregunta de “Pero ¿tú qué haces aquí?” vino el “Qué callado os lo teníais…”, pero todos reaccionaron bien a la doble sorpresa aunque cuando les expliqué la causa de mi repentina aparición también me dieron el pésame, especialmente para mi padre.
Pese a estar pisando el albero de la Feria y en compañía de la gitana más bonita del Real no terminaba de sentirme bien a causa de lo de la tía de mi padre. Me cortaba pasarlo bien mientras mi padre lo estaba pasando mal en casa. Aunque las palabras de mi madre habían sido muy claras animándome a salir ya que estaba en la ciudad mi conciencia me refrenaba.
Pero ello no impidió poder pasear orgulloso bajo el cielo de farolillos en los traslados a otras casetas con mi chica cogida por la cintura en su precioso vestido nuevo, el que me había enseñado la semana anterior por videoconferencia. Estaba radiante. Se le notaba feliz y orgullosa también aunque su acompañante estuviese algo apagado.
Mientras todos bailaban se quedó sentada a mi lado cogiéndome de la mano y charlando conmigo. Tuve que ser yo el que le pidiera un baile para que no se pasara toda la noche pegada a mí sin divertirse.
Mientras bailábamos conmigo bastante mustio y desganado Alba me regaló todo el conjunto de giros, vueltas, cruces y pasadas con si mirada intensa clavada en mis ojos y su sonrisa luminosa. El haber bailado con ella la animó a bailar con otras chicas e incluso con algún amigo mientras yo me tomaba una manzanilla con Pablo.
Ya más reservados en la trastienda de una caseta mi amigo me felicitó por estar con Alba. Me reconoció que era un secreto a voces y que todos sospechaban por la actitud de Alba en Semana Santa. Aunque el verla aparecer con Álvaro había generado algún comentario pero totalmente despejado viendo como estábamos siempre pegados.
Reconocí que verla llegar acompañada me espoleó y me hizo dar el paso. No podía tenerla eternamente esperando mientras yo vivía mi vida por ahí. El miedo a llegar tarde me había hecho reaccionar.
-Pero ¿qué dices tío?- respondió mi amigo- Alba está por tus huesos desde hace mucho. Se le notaba a leguas. El que no se quería dar por enterado eras tú con tus historias raras con la Claudia esa. Alba no es de liarse con un tío sin más aunque Leyre me ha contado que tuvo sus rolletes en el colegio, pero que era muy parada. Que los tíos terminaban pasando de ella porque no había ya sabes…
-Ya…
-Pero bueno contigo está tan colada que seguro que se lanza más.
-Bueno…-respondí lacónicamente para no dar explicaciones.
Al rato se unieron al grupo Nieves y Álvaro. También me saludaron afectuosamente y se sorprendieron por mi presencia. Ellos se comportaban como pareja delante del grupo cogiéndose de la mano o sentándose ella en sus rodillas cuando no había asiento suficiente para todos. Aunque se notaba que era ella la que manejaba pues él se cortaba cuando ella tenía algunos gestos cariñosos.
Por algún motivo empezó a recordarme a Alberto. Si ese era el tipo de novio que le gustaba a Nieves empiezo a comprender por qué no quiso nada serio conmigo. Bueno, eso y quizá que un tío que se la pegaba contigo a su novia te la podía pegar a ti en cualquier momento. Pero era llamativo como se fijaba en tíos de carácter dócil y aparentemente poco experimentados.
Durante un momento pude hablar con ella esperando en los baños:
-Ya veo que lo tuyo con Álvaro va en serio.- le dije amistosamente.
-Es buen tío. Me gusta. Bueno, como tú con Alba.
-¿Ya te lo han contado?-pregunté inocentemente.
-Jajajaja. Lo sé desde Semana Santa.
-Te lo dijo Alba.
-¿Alba? ¿A mí? No que va. A su amigo Álvaro que ya no tiene secretos para mí. Nos contamos todo.
Me cabreó el tonito con el que me contaba que su novio y mi novia tenían confidencias tanto que acercándome a su oído le dije molesto:
-¿Todo todo? ¿También le has contado cómo me comías la polla en el trastero?
-Pero Luis no te pique por todo. Ellos son amigos, pero recuerda, tu Alba está contigo y Álvaro conmigo.
Me quedé cortado por mi ataque repentino de celos que me hizo contestar bruscamente a Nieves.
-Perdona- respondí- creí que me estabas provocando con el chaval pero resulta que tú sales con él.
-Ay Luis. Demasiado nervioso te veo. Entiendo que seas celoso. Todos los infieles lo sois. Lo que más miedo os da es que os hagan lo que hacéis.
-Yo fui infiel y no lo oculto. Ya pagué esa pena, pero eso se acabó. Con Alba no voy así. Ella me gusta demasiado como para cometer un error así.
-¿Y esa Claudia no te gustaba tanto?
-Me pilló de otra manera. Necesitaba cosas que ya no necesito. Ahora es diferente.
-Luis, tú eres de gatillo fácil y enamoramiento rápido. Quisiste salir conmigo ¿te acuerdas?
-Algo vería en ti. Aunque a veces no recuerdo qué.
En ese momento llegó Alba.
-¡Qué tardáis! Jajajaja.
-Aquí charlando. Poniéndonos al día- respondió Nieves- Que me pierdo los mejores cotilleos…
Me extrañó su respuesta pero fue Alba la que preguntó:
-¿Qué cotilleos?
-Tenemos parejita y me entero por la prensa…jajajaja.
-Ahn jajajaja- respondió mi chica cogiéndome por la cintura- No sé, como Luis no estaba tampoco queríamos ir contándolo por ahí, pero bueno, si estamos, estamos- terminó encogiéndose de hombros mientras me miraba.
Pasé al baño y las dejé hablando y cuando salí dejamos a Nieves pues su cola iba más lenta.
-Alba…
-Dime
-¿Por qué le contaste a Álvaro lo nuestro?
Mi chica se quedó cortada.
-Nieves lo sabía- continué.
-Bueno, la verdad es que lo dejé un poco tirado en Semana Santa y quise darle una explicación- respondió mi chica nerviosa.
-Oye, que no estoy enfadado. Era curiosidad. Como no querías que se supiera. Y al final lo sabía Nieves.
-Es que este Álvaro está tonto. Se lo conté a él en plan confidencia de amigos no para que lo largara…
-…a su nueva novia…
-Vaya…
-Ya da igual. Que todos lo vean- respondí dándole un pico en los labios.
Sin darle más importancia seguimos la noche, pero yo veía que se hacía tarde y no quería llegar a casa al amanecer mientras mi padre pasaba su duelo. Era una cuestión más de respeto que de formas. Serían casi las 2 de la mañana cuando se lo dije a Alba.
-No es plan de llegar tan tarde viniendo de un entierro, princesa. Me voy a casa.
-Vale. Te acompaño.
-Pero tú quédate y aprovecha lo que queda de Feria.
-Ya llevo mucha Feria. Prefiero estar contigo.
Nos despedimos del grupo quedando en vernos a la noche siguiente para ver los fuegos artificiales y salimos de la caseta con mi chica agarrada a mi brazo como cualquier pareja. Le fui contando cosas de Lieja, del equipo nuevo y tal pero cuando pasamos a la altura de la casa de Viqui cruzamos frente a nuestro callejón. Donde nos habíamos enrollado por primera vez en la Feria anterior. Yo miré pero mi intención fue seguir a casa pero Alba tiró de mi brazo para meternos dentro.
-¿No quieres recordar?- me preguntó.
-Contigo todos son buenos recuerdos.
Atravesamos la estrechez oscura que daba entrada al espacio más amplio donde estaba el poyete donde nos habíamos sentado la primera vez. No había sido nuestro primer beso pero sí nuestro primer rollo.
-Quiero estar un rato contigo, abrazarte, sentirte…-me dijo cariñosa nada más perdernos en la oscuridad.
Yo me senté en el poyete y Alba se colocó entre mis piernas empezando a besarnos con dulzura.
-Echaba de menos estos labios…-dije entre beso y beso.
Varias veces la abracé fuerte pegando su cuerpo al mío a la vez que nuestras bocas se encontraban besándonos cada vez con más intensidad y más lengua. De nuevo mi chica me demostraba que no me quería solo para pasear juntos de la mano y que me deseaba. Sólo tenía que superar sus barreras mentales.
Yo lo notaba cada vez que estábamos juntos pero no quería forzarla a más. Que se sintiera segura conmigo y se dejara llevar por su deseo. Aunque no pude evitar coger su mano y llevarla a mi pecho, primero sobre la camisa y después desabrochándome un par de botones directamente sobre mi piel.
-Me encanta que me acaricies…aunque a mí también me gustaría acariciarte…-le dije.
-Con el vestido es imposible, Luis…pero déjame a mí- respondió pasando la yema de sus dedos por mi pecho incluido el pezón, lo que me hizo buscar su boca con más ganas.
Nos besábamos con gemiditos mutuos yo abrazándola y ella acariciando mi pecho y mi barriga con su mano dentro de la camisa. No tardó mucho en percatarse de mi dureza pasando su otra mano por mi paquete más accesible por estar sentado. Yo gemí al sentir su mano y Alba no se lo pensó y buscó la cremallera para abrir mi bragueta. Sus manos ya se habían olvidado de mi pecho y mientras una rebuscaba la forma sacar mi churra tiesa del calzoncillo la otra ya la acariciaba.
-Me encanta que me toques…-susurré en su oído.
-Me encanta tacarte…
-Pero yo…-no terminé la frase porque ella me interrumpió:
-No necesito nada más ahora, lindo. Disfruto tocándote.
-¿Te gusta mi churra?
-Me encanta la churra de mi niño, y que mi niño se lo pase bien conmigo…
Descubriendo mi glande bajando el prepucio con su mano se dedicó a pasar su dedo índice por él haciendo círculos para estimularme mientras me decía evidentemente para excitarme:
-Tienes una churra grande y gorda, y muy dura…
-Para mi princesa…
-¿Sí?¿Es sólo mía?- preguntó pajeándome con fuerza.
-Sólo tuya. Para que hagas con ella lo que quieras…
Los flecos de su mantoncillo se agitaban casi rozándome la polla con su meneo de brazos para masturbarme. Con la otra mano empezó entonces a acariciar mis pelotas.
-Me tienes en tus manos…-respondí excitado.
En el silencio del callejón podían escucharse los chasquidos de mi glande subiendo y bajando al ritmo que marcaba la mano de Alba mientras nuestras bocas copulaban de nuevo. Me iba a correr en breve y la avisé:
-Princesa, ya viene…
Ella aceleró el ritmo.
-Espera que nos vamos a poner perdidos…
Me bajé del poyete poniéndome de pie y Alba se puso de lado a mí abrazándome con una mano por la cintura mientras con la otra no dejaba de masturbarme. Yo sujetaba la chaqueta para dejar espacio. El cosquilleo era intenso ya en el bajo vientre. La corrida era inminente y empecé a gemir con más fuerza:
-Ay, ay, Alba….ay…
Por encima del vestido apretaba su culo cuando llegó la explosión y empecé a soltar chorros de semen entre gemidos largos y roncos sin que mi chica dejara de masturbarme hasta que le pedí que parara.
Tras correrme nos quedamos un rato charlando abrazados. Era lo más parecido a una cama que teníamos. Pero se me hacía tarde y decidimos salir pero al embocar el callejón vimos al contraluz a otra pareja en situación comprometida. Desde fuera la oscuridad los tapaba pero desde dentro la luz de la calle permitía ver como se dibujaban dos siluetas contra el fondo iluminado, una vestida de flamenca con sus flores y peinetas en la cabeza agachada en el suelo mientras la otra silueta estaba de pie sosteniendo su chaqueta. Los movimientos rítmicos de la cabeza de la chica y la altura a la que se encontraba no dejaban dudas de lo que ocurría allí.
Nos dimos la vuelta para que no nos descubrieran. Alba se tapaba la boca reprimiendo una risita divertida.
-¿Qué hacemos?- me preguntó.
-Pues no es plan de cortarles el punto.- respondí.
-Estaba…eso, vamos…
-Sí, se la estaba comiendo.
-Que guarros, jiji, en medio de la calle.
Mejor que no supiera mis aventuras similares en otros callejones en Lieja o en la ciudad donde estuduaba.
-Bueno, una niña buena le estaba meneando la churra a su novio hace un momento aquí mismo.
-Jajajajaja, pero no es lo mismo. Es que eso es un asquito, y en la calle…vamos…
Si tenía claro que en principio no iba a tener sexo oral con mi novia aquello me quitaba toda opción. Iba a decir que es algo muy placentero pero quizá no era el momento ni la situación después de su comentario de modo que apoyé mi espalda en la pared e hice que se acomodara en mi pecho pegando su espalda mientras yo la abrazaba y hablábamos con la cara muy cerca. No pude evitar en algún momento que mi mano subiera por su barriguita hasta encontrarse con el volumen de su pecho bajo el mantoncillo pensando que me detendría pero no lo hizo, aunque yo tampoco abusé del sobeteo de teta.
Cuando pensamos que ya habrían acabado o más bien se nos hacía demasiado tarde salimos haciendo ruido. Ya no estaba la otra pareja. Quizá nos habían descubierto la primera vez y se habían ido. Llegamos a su casa y nos despedimos en su portal con besos y abrazos y la promesa de llamarnos al día siguiente.
Yo me fui contento a casa por haber estado con ella aunque en mi cabeza estaba la idea de que iban a caer muchas pajas antes de que Alba se decidiera a algo más. Si era el pequeño sacrificio por estar con ella desde luego merecía la pena. Entre amor y sexo ahora tocaba elegir amor.
Llegué algo avergonzado por la hora viniendo de un entierro. No quería que mi padre se pensara que la muerte de su tía había sido una excusa para venir a la Feria. Por eso intenté hacer el menor ruido posible e incluso me puse el despertador para no quedarme demasiado tiempo en la cama a la mañana siguiente. Ya echaría una siesta.
Por la mañana mi madre se acercó a mi cuarto extrañada de oír el despertador.
-¿Vas a algún sitio?- me preguntó tras darme los buenos días.
-No. Pero llegué tarde y no quiero que papá se piense que me había gastado el dinero de la tarjeta para venir a la Feria con la excusa de que se había muerto la tía.
-No seas tonto. Tu padre no va a pensar eso. Eres joven. Tienes que divertirte.
-Pero yo en realidad me quería venir temprano pero al final pues me entretuve pero no fue en la Feria.
-¿Te pasó algo malo?
-Nooo. Que va.
-¿Entonces cuál es tu preocupación? Tu padre sigue durmiendo, estaba muy cansado del velatorio y el papeleo. Y todavía falta la herencia. Al parecer la tía dejó testamento y hasta el lunes no vamos al notario con tus tíos.
Entonces no sé si fue un impulso o quizá un golpe de responsabilidad, quizá también la necesidad de ser más transparente en mi casa. Acercarme más a mis padres a los que en realidad había tenido algo abandonados los últimos tres años. No sé aún porqué lo hice pero algo nervioso le dije a mi madre:
-Mamá, hay una chica…
Mi madre puso gesto de sorpresa pero inmediatamente relajó el rostro en una sonrisa comprensiva y me dijo:
-¿A que sé quién es?
Ahora el sorprendido era yo. No reaccioné y mi madre continuó:
-Es la chica que ha venido varias veces a casa a buscarte…
-Venían dos- respondí.
-La más alta. Alba se llama ¿puede ser?
Asentí con la cabeza.
-¿Y cómo lo has sabido?
-Ay hijo, las madres sabemos muchas cosas y otras mejor no las queremos saber. Tenía una forma de mirarte que una madre sabe que tú le gustabas. Y tú te ponías tan nervioso cuando me ponía a charlar con ella mientras te vestías, que sabía que esa niña te gustaba. Me parece monísima, hijo. Me gusta mucho. Es educadita, viste bien. Y creo que compartís muchas cosas juntos. Bueno, y entonces. ¿Qué pasa con ella?
-Pues que le he pedido salir…
-Y te habrá dicho que sí.
Asentí de nuevo con la cabeza.
-Y estás feliz- aseveró mi madre.
-Mucho, pero ahora siento estar tan lejos.
-Bueno, si lo vuestro es verdadero podrá con la separación. No se me olvidará cuando tu padre se fue a la mili. Y no fue la única separación. Cuando me saqué las oposiciones me dieron de primer destino Badajoz. Tu padre y yo recién casados y separados. Pues aquí nos tienes. Tuvimos que esperar a que yo consiguiera trasladarme aquí para poder tenerte. Pero míranos, aquí seguimos. Cuando quieres a alguien estás dispuesto a todo.
-Hay algo más…
-Uy qué hablador estás hoy. Cuéntame anda.
-El año que viene voy a trasladar matrícula.
Esa noticia sí que sorprendió a mi madre.
-¿Todo va bien?- me preguntó por la noticia inesperada.
-Sí. Este año he cursado las asignaturas específicas de 3º y 4º. Por eso tenía los exámenes repartidos de forma tan extraña y las asignaturas que he cogido para el Erasmus son compatibles, de modo que cursando asignaturas comunes aquí en la Universidad obtengo el título, y si curso las asignaturas específicas de Filología al curso siguiente tendré los dos grados. Sé que es un año más de estudios pero no tendríais que pagar la residencia.
A mi madre se le iluminó la cara y con la sorpresa aún dibujada me preguntó:
-Pero ¿cuándo pensabas decírnoslo?
-Cuando estuviera seguro de poder conseguirlo. He aprobado todos los exámenes de enero y si apruebo todo en Lieja puedo solicitar el traslado limpio.
-Luis, sabes que estamos muy orgullosos de ti. Nuestro niño ya es un hombre que asume sus responsabilidades.
-¿Y cuándo pensaste hacerlo? Te matriculaste el verano pasado.
-En verano precisamente. Ocurrieron algunas cosas que me dieron la idea de hacerlo. Quería estar más tiempo en la ciudad y retomar mi vida con mis amigos.
-¿Y esa chica ha tenido que ver?
Volví a asentir con la cabeza. Mi madre me abrazó algo emocionada y tras besarme la mejilla me dijo:
-Si esa chica además te trae de vuelta a casa la voy a querer un poquito más todavía. Entonces ¿es seguro que te vienes?
-Faltan los trámites administrativos. Hasta el verano no lo sabré. Pero no hay ningún motivo académico que me lo impida.
-Tu padre se va a poner muy contento. Le viene bien una alegría así. Siempre hemos estado muy orgullosos de ti y ahora mucho más. Luego en la comida se lo cuentas. Anda, duerme un rato más y descansa, que tienes que aprovechar el tiempo con esa chica antes de irte.
Me besó la frente y se levantó de la cama, pero antes de salir me preguntó:
-¿Ella lo sabe?
-No.
-¿Y a qué esperas para decírselo?
-A que ya sea definitivo. No quiero ilusionarla y que después se lleve una decepción.
-Verás lo contenta que se pondrá cuando se lo digas. Cuídala. Me gusta esa chica…-dijo cerrando la puerta tras de sí retirándose de mi dormitorio.
No sé si por cansancio o por tener la conciencia tranquila de poder contarle dos cosas tan importantes nada más y nada menos que a mi madre que pude dormir hasta el mediodía. En el almuerzo le conté todo a mi padre que se puso muy contento. Incluso presumió de que su hijo se llevaba a la novia más guapa.
Cada vez que volvía a mi ciudad me llevaba un chute de optimismo. Ahora lo que me mataba no era la incertidumbre sino la impaciencia. Quería que ya fuera verano, poder hacer el traslado de expediente y poder decírselo a Alba.
Para mis padre su niño era un buen estudiante, responsable y ahora encima con una novia guapa, estudiante y del barrio. Probablemente si mi madre supiera algunas de mis historias se llevaría una enorme decepción pero yo mismo, sin ayuda de nadie había visto cuál tenía que ser mi camino.
Si un año antes me dicen que prefiero quedarme con una novia para la que el sexo se reducía a vaciarme las pelotas haciéndome pajas habiendo tenido disponibles chicas con las que poder practicar casi de todo ni yo me lo habría creído endiosado y confundido en que el deseo sólo se comunica a través de prácticas sexuales cada vez más invasivas, más rebuscadas, o incluso incluyendo a más participantes. Ahora me daba cuenta de que la persona era más importante que lo que pudiera hacer con ella.
No lo vi con Viqui, la pobre siempre a la sombra de Claudia, ni con Marta. Ni siquiera con Claudia tan abierta siempre a ofrecerme más. Aún recuerdo con cierto estupor como me dejó romperle el culo tras una discusión. Y como lo hice sin miramientos aunque después lo sintiera de verás. A mis parejas anteriores las había valorado en función del sexo. A todas. Incluso a los rollos. Si Mamen no hubiera follado y sobre todo mamado de aquella manera jamás habría repetido con ella. Pero es que además usé el sexo para joder, nunca mejor dicho, puteando a Ángela o a Silvia.
Incluso había tenido sexo sin implicaciones emocionales en Lieja, sin los líos que anteriormente esa práctica me había provocado con Blanca y Dani, o Mamen. Y no lo cambiaba por un beso de Alba o una paja suya. Porque ahora la práctica era secundaria, lo que realmente importaba era la persona. Y es algo que no había visto ni siquiera con Claudia.
Porque nuestros últimos encuentras habían sido totalmente alejados en lo mental y sin embargo acabábamos follando. Me echó un polvo antes de abandonarme. Como si mi cuerpo también fuese para ella lo más importante de mí y hubiese querido llevarse hasta la última esencia sabiendo que nuestras mentes estaban ya muy lejos.
Había aprendido la lección y ahora tenía que luchar por conseguirlo. Y en ello estaba. Estaba convencido desde luego. Ya sólo me faltaba confirmarlo y poder cumplir con el plan establecido. Ese que me devolvería a mi ciudad para estar junto a la persona de la que llevaba enamorado un año sin saberlo y mis líos no me habían dejado afrontarlo como debía. Marta, Ángela, Claudia…siempre aparecía un fantasma del pasado para desviarme de mi camino. Pero una vez dado el paso eso ya no iba a ocurrir más.