SERGIO CANEVA
Fuimos llenando los días… de angustias contenidas,
de sonrisas sometidas a no ver la luz del sol,
de palabras que sin ecos, lentamente se secaron
porque respuestas no hallaron, cuando se las pronunció.
La congoja acalló bocas, tristezas… llenaron copas
y lo que a miel sabía, en hiel hoy se transformó,
el silencio inundó… todo lo que nos unía,
le ganó la antipatía a un amor ¡que se entregó!.
Poco a poco socavó, los abrazos y los besos,
se fue perdiendo el deseo, la rutina lo cansó,
el diálogo se volvió, tan frío y tan distante,
nunca más fue como antes y fugaz… otr@¡robó!.
Y los días se llenaron, de escapismos y mentiras,
salidas hasta altas horas, gastadas en un café,
buscándole un por qué, a tanta pena enquistada,
regresar de madrugada, vací@s… y ya sin fe.
El amor… el amor, aquel que nace y se muere,
porque no encuentra paredes que lo puedan contener,
se va gastando de apoco, casi imperceptiblemente,
no hallando un sobreviviente, que piense…¡hay que ceder!.