MOISÉS ESTÉVEZ
De nuevo regresaba mentalmente de aquel aciago día, de nuevo hacía
muchísimo calor. De nuevo el sol caía a plomo sobre los afilados rascacielos, y
de nuevo su reflejo lo recogía el asfalto para transformar las calles de
Manhattan en un auténtico horno. Era como si el mismísimo diablo nos hubiera
guiado hacia el mismísimo infierno.
También hoy, como aquel aciago día el tráfico era intenso, lo que venía a
ser rutina en la metrópolis, aunque no excesivamente caótico, pero un ruido
ensordecedor estaba colapsando la mente de Nick y amenazaba con
bloquearla, dejando solo lugar a que pensamientos tormentosos fueran
ganando terreno hacia lo más profundo de su alma.
Todavía no afloraban muchos recuerdos, era demasiado pronto, pero si
lágrimas, lágrimas y un enorme vacío junto con las primeras sensaciones de
soledad…