JUAN LUIS HENARES

Dormido golpeo el despertador; no obstante, transcurridos unos minutos, suena otra vez. ¿No queda más alternativa que levantarme? Como todos los días iré al baño, me cambiaré, tomaré el tren, el colectivo y caminaré hasta la fábrica. Trabajaré toda la jornada y al atardecer haré el recorrido inverso. Así han transcurrido mis últimos treinta años, y restan al menos quince hasta jubilarme.

Lo apago, me doy vuelta en la cama e imagino nuevas y más bellas vidas.

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