KERANOS

Efectivamente, después de llegar y tumbarme en mi cama para beber algo frío mientras veía algo en el ordenador, apareció mi madre, quedándose en el umbral de la puerta de brazos cruzados.

-Mamá, no estoy de humor, la verdad.
-Bueno, yo no tengo prisa. Hasta que no me cuentes lo que pasa, no me voy de aquí. (dijo sentándose en la silla de mi escritorio)
-Es que no me apetece.
-¿Te has enfadado con Elena?
-Que va, si es un sol. Es imposible que me enfade con ella.
-¿Entonces?
-Su familia, mamá. Que parece que no pueden ser más diferentes a ella.
-¿Qué ha pasado ahora?
-Su madre nos ha endosado a Noelia para la semana que viene.
-¿En serio?
-Sí. Con las ganas que tenía de esto después de pegarme un palizón trabajando y ahora es que no tengo ni ganas de ir.
-Que exagerado eres…
-Mamá, parece mentira que no sepas mi situación con su hermana…
-Claro que lo sé, pero últimamente no me has dicho nada sobre ella que sea raro ni nada.
-Ya, eso es verdad. Ha tenido un problema y la cosa se ha relajado mucho y tal.
-¿Ves?
-Ya, pero es que no puedo evitar pensar en todo lo que ha pasado con ella y queríamos intimidad para nosotros, que en su casa es imposible.
-¿Y su madre sabe lo de…?
-Que va. Pero me molesta, mamá.
-Bueno, no lo hizo a sabiendas, no es para ponerse así, hijo.
-Mamá, que Elena le dijo de todas las formas que no quería que se viniera con nosotros, yo tampoco estaba conforme y hasta su hermana dijo que no quería y se pasó nuestras opiniones por todo su coño.
-¡Javier! (dijo molesta)
-Perdona, mamá. Estoy enfadado.
-Solo quiere lo mejor para su hija.
-Pues eso no es lo mejor para su otra hija.
-Javier, entiendo que estés enfadado, pero aquí no llevas la razón y no te la puedo dar.
-¿Eso crees?
-Cuando tengas un hijo o una hija lo entenderás.
-Pongámonos en situación. Imagínate que yo estoy de bajón y David dice de venir con su chica y resulta que ambos se van de viaje. ¿Me mandarías con ellos para que se me fuera el bajón?
-Javier, no es lo mismo. Tu hermano y tú ya sois mayores. No me puedes comparar a vosotros dos con esa niña.
-Esa niña tiene más peligro que nosotros dos juntos.
-Ya, pero no es lo mismo. Además, ¿no me dijiste que ibais con más amigos?
-Ya, pero…
-¿Ves? No sé qué intimidad buscáis si vais con más amigos.
-Bueno, ya hemos hablado suficiente.
-Lo siento hijo, pero hoy no llevas razón. Anda, cálmate un poco y ve haciendo la maleta.

Mi madre salió de la habitación y era una de esas raras ocasiones donde no me reconfortaba o me hacía sentir mejor hablar con ella. No estaba tan seguro de no llevar razón en el asunto. Pero, ¿cómo le iba a decir a mi madre que sí que tendríamos intimidad con esos amigos con los que íbamos porque habíamos follando delante de ellos varias veces, incluso con participación entre todos a la vez? Me moriría de vergüenza si se enterara.

El cabreo permaneció durante el resto del día, como esperaba. Elena me preguntó casi al medio día qué plan tenía para ese día. Le dije que no me apetecía mucho andar por su casa conforme estaba la cosa y que tenía que hacer la maleta. Ella respondió con emoticonos tristes, pero intenté quitarle hierro diciéndole que ya nos veríamos al siguiente día y estaríamos toda la semana juntos. Me dijo varias veces que lo había intentado de todas las maneras para evitar el problema, pero que su madre no entraba en razón.

Fui a comer, estando bastante callado durante todo el rato, yéndome a hacer la maleta inmediatamente cuando acabé. Así se me pasó toda la tarde a lo tonto, distraído un poco mientras lo preparaba todo. Quedamos en que iríamos todos en mi coche, ya que tenía un maletero más amplio y no tendríamos problema con las maletas y así compartíamos gastos de gasolina, ya que en la vez anterior cuando fuimos los cuatro fuimos en dos coches y nos dimos cuenta de que era un gasto tonto. Por la noche fui a cenar con el mismo ánimo con el que fui a comer y cuando acabé me encerré en mi habitación para ver alguna película, haciendo hora para dormir.

El lunes me levanté a la hora acordada y fui a meter la maleta al coche. Mi madre se despidió de mí con expresión triste mientras que mi padre ni se despertó.

-Tranquila mamá, que no me voy a la guerra.
-Hijo, ten cuidado. En cuanto llegues llámame, así me quedo más tranquila.
-Sí, no te preocupes.
-Llevad cuidado, que sois muy jóvenes y os creéis inmortales.
-Mamá, pero si somos muy tranquilos.
-Ay bueno, venga. Que os lo paséis muy bien.

Me extrañó un poco que mi madre se pusiera así. No era la primera vez, de hecho, cuando me fui a la universidad fue mucho peor, en fin, madres. Me monté en el coche y fui a casa de Mario a esperar que salieran, pero no lo hacían. Los llamé y lo cogió Irene, diciendo que se habían dormido. Como necesitaban tiempo para prepararse pues opté por ir a por Elena y Noelia y después recogerlos a ellos. Si bien es verdad que el cabreo no se me había ido del todo, no era ni la mitad que el día anterior. Llegué a la casa de Elena y le avisé. En cuestión de segundos salieron ella y Noelia, con Maribel detrás. Fue la misma escena que con mi madre. Maribel miraba con ojillos a sus hijas y les dijo que tuvieran cuidado y que llamaran al llegar. Parecía otra persona con esa cara. Fue un momento que me dio mucha ternura, cosa que hizo que se me fuera un poco más el cabreo que arrastraba del día anterior. Después de darle un abrazo a cada una, se acercó a mí y me dio otro.

-Cuídamelas. (dijo susurrando)

Cuando se apartó de mí, le sonreí asintiendo y después nos montamos en el coche. Elena se sentó a mi lado y Noelia detrás. Elena estaba eufórica, tenía muchas ganas de que llegara el momento y no paraba de acariciarme la cara y sonreír. Cuando llegamos nos bajamos del coche para esperar a Irene y Mario. Aparecieron en nada y Elena les presentó a Noelia, ya que era la primera vez que se veían. Después nos montamos en el coche, quedando Mario de copiloto y las chicas atrás, con Elena en el medio.

I: Tío, ¿hacía falta madrugar tanto?
J: Es en lo que quedamos, para aprovechar todo el día, ¿no?
I: Joder, es que nos ha costado levantarnos, nos hemos quedado dormidos.
E: Sí, dormidos… jajaja.
M: Shhh, Elena, que hay una menor, jajajaja.
La menor es más espabilada que tú, que ya es decir… (pensé)

Todos rieron el comentario de Mario, pero no dijeron nada. Ni siquiera Noelia, que era ella a la que se refería. Parecía estar algo cortada, cosa que me parecía muy raro, siempre se portaba como una sinvergüenza cuando estaba en mi presencia. Durante el camino, Irene y Mario se durmieron. A saber lo que habían estado haciendo toda la noche… Noelia solo miraba por la ventana y Elena miraba al frente sonriendo, sobre todo cuando la miraba por el retrovisor y le guiñaba un ojo. Fueron varias las veces en las que se incorporaba para acariciarme la cara con la mano, recibiéndola yo girándola para besársela mientras ella me susurraba un «te quiero».

A medio camino paramos para desayunar en un restaurante de carretera. Le vino bien a la otra pareja para tomarse un café y espabilarse. Durante el desayuno se empezaron a conocer con Noelia, pero no sé habló nada fuera de las típicas tonterías que la gente cuenta.

Cuando llegamos fuimos al apartamento para dejar las maletas, llamando a nuestras madres para que se quedaran tranquilas, cambiándonos para bajar a la playa. Mario e Irene se cambiaron en su habitación, Elena y yo en la nuestra y Noelia en el baño. Elena se puso cariñosa, estaba realmente contenta. Se quitó la ropa, empezando a bailar cuando se quitó la ropa interior, meneando su culo para mí mientras no paraba de soltar risitas. Se acercó a mí y nos empezamos a besar, terminando ella de bajarme los boxers para coger mi polla morcillona y pajearla. Me miraba con ojitos mientras se mordía el labio, empezando a sonreír para después girar la cabeza.

-Pfff… ¿ya? Acabamos de llegar.
-Estoy un poquito perra… (dijo poniéndose de rodillas para empezar a chupármela)

Elena empezó una mamada con mucha ansia, estaba muy encendida. Tanto que empezó a tragársela cada vez más, muy rápido, haciendo ruido. Yo sin embargo buscaba más cariño que pasión, por lo que la paré para levantarla y besarla.

-Despacio mi vida, que nos van a oír todos.
-Me da igual Javi, quiero tu polla en mi boca. Está muy rica.
-Hazlo despacio, que quiero disfrutarlo.

Elena me sonrió y me sentó en la cama, para volver a ponerse ella de rodillas y empezar una mamada ahora más lenta, con mucho cariño. Mientras lo hacía me acariciaba los muslos y me miraba fijamente a los ojos. Pasaba su lengua por todo el tronco, desde la base a la punta, subiendo y bajando, dando besitos por toda mi polla, pasando después a los huevos, lamiéndolos y metiéndoselos en la boca.

-Elena, te quiero. Es increíble lo que me haces sentir. (dije acariciándole la cara y pasándole el pelo por detrás de la oreja)
-Ay… Mi amor… ¿Me vas a dar tu leche?
-Claro.

Elena reanudó la mamada, con mucho cariño, esta vez empezando a gemir ligeramente. Entonces se abrió la puerta de golpe, dando Elena y yo un respingo. Era Irene. Rápidamente la cerró y dio un par de pasos hasta nosotros.

J: Que susto, cabrona…
I: Vaya… Los cortados porque tenemos compañía…
E: Irene… Podrías llamar…
I: Elenita… Si no hay secretos entre nosotros… (dijo acercándose)
E: Irene, con mi hermana aquí, no.
I: Shhh… Ven aquí. Que, ya que eres un poco celosa, déjame probar la polla de Javi, aunque sea de tu boca.

Irene levantó a Elena y le cogió del cuello con suavidad para darle un beso. Elena se cortó un poco y entonces Irene llevó sus dedos al coño de mi chica.

I: Mmm… Que rica está la polla de Javi. Mezclado con tu saliva sabe muy rico. Y mira como tienes el coñito… Está mojadito… (dijo llevándose los dedos a la boca para chuparlos)
J: Ireeeeene…
I: Que rico por dios… Como os he echado de menos… ¡Ay! Qué bonito tienes el coño.

Entonces me fijé en el coño de Elena, dándome cuenta de que se había quitado parte del pelo de su pubis. Tenía una franja de pelo de tres dedos de grosor. Verlo así me encendió mucho y me empecé a relamer. Irene se dio cuenta y le dijo a Elena:

I: Dale a tu chico lo que desea.
E: Es que está mi hermana aquí al lado.
I: Elena, tú estás deseando, tu coñito lo pide a gritos y él se está relamiendo.

Elena se quedó callada durante unos segundos y entonces agarró a Irene del cuello con fuerza.

E: Estabas deseando que llegara esta semana, ¿verdad?
I: Sí… (dijo susurrando, empezando a sonrojarse sus mejillas mientras le vibraban los ojos)
E: Lo que pasa es que tienes la lengua muy larga y has tenido que dejar que viniera mi hermana.
I: Perdón. Me merezco que me castiguéis.
E: No. Ya tendrás tu castigo cuando podamos estar más tranquilos y solos.

Irene puso ojitos y entonces me puse detrás de Elena, pasándole el pelo por detrás de la oreja susurrándole.

J: Como me pones cuando te pones así. A ver ese chochito…

Le puse dos dedos en su rajita y empecé a acariciársela, empezando ella a gemir mientras Irene nos miraba con atención. Después me llevé los dedos a la boca para chuparlos.

J: Mmm, que rica está mi nena. (dije susurrándole en la oreja, lamiéndole el lóbulo para después darle un mordisquito)
A Elena le dio un escalofrío, poniéndosele la piel de gallina.
E: Mi amor, necesito que me folles.
J: Claro, ¿cómo quieres que lo haga?

Sin decir nada, Elena se puso a cuatro patas en la cama, haciéndole una señal a Irene con el dedo para que se acercara a ella y que se pusiera igual, diciéndole antes que se desnudara. Lo hizo en el acto, quitándose los shorts vaqueros y el bikini. Elena hizo un gesto que aprendió de Irene, ya que era algo que habíamos visto varias veces cuando habíamos estado con ellos. Ladeó su cabeza, haciendo su pelo un bamboleo muy sexy y me miró a los ojos, ocultando parte de su cara con su hombro. Me miraba con cara de niña buena y entonces se puso una mano en un cachete del culo, para tirar de él y abrir su coñito. Estaba enrojecido y brillante. Yo estaba como una moto al ver a mi chica así de sensual, solo quería taladrarla con fuertes embestidas, pero me tenía que contener para no armar un circo. Irene imitó a Elena con el gesto, haciéndolo exactamente igual. Ahí tenía a dos pibones frente a mí, esperando que le diera pollazos y matarlas de placer. Me deleité con las vistas, relamiéndome los labios mientras me tocaba, subiendo y bajando mi mano agarrando mi polla de manera lenta.

E: Vamos, mi amor. Métemela ya. (dijo con una voz muy dulce)

Me acerqué a ella y se la empecé a meter a buen ritmo, teniendo cuidado de no hacer ruido al chocar mis caderas con su culo. Por suerte, la cama no hacía ruido, por lo que pude follarla bien. Elena resoplaba, escapándose algún gemido que se ocupó de ahogar al comerle la boca a Irene. Podía oír a Irene gemir y eso que solo la estaba besando. Cuando Elena se apartó de ella para coger aire, Irene hizo lo mismo diciendo bajito y con voz dulce:

I: Ama, ¿puede tocarme tu chico?
E: Sí. (contestó a los pocos segundos)
J: Que ganas de azotar el culo de esta putita… (dije acariciándole el culo a Irene, dándole un pellizco)

Irene lanzó un gemido, dando un respingo al notar el pellizco. Después la acaricié la raja con los dedos, notando que también estaba muy mojada. Me resultó raro, ya que alguna vez nos dijo que ella no se mojaba tanto, pero es que tenía el coño chorreando. Sin esperar más le empecé a meter un dedo para meterle otro al sacarlo, empezando a masturbarla con dos dedos de manera más rápida que lenta. Sus gemidos indicaban que se estaba deshaciendo del placer que le estaba causando, por lo que Elena le volvió a besar para callarla. Y yo le saqué los dedos a Irene para tocarle el clítoris. Se retorcía de placer, por lo que paré para intentar sincronizar sus orgasmos, llevándome los dedos a la boca para saborear el sexo de Irene. Era la primera vez que probaba sus fluidos y ese sabor dulzón me puso más cachondo aún, notando un calor por la cara que seguro que hasta me salieron chapetas. Empecé a embestir más fuerte a Elena, notando como se mojaba mi polla aún más, llegando a los huevos mientras seguía tocando a Irene. Paré de golpe porque quería que se corrieran a la vez y estaban empezando a hacer más ruido de la cuenta. Di un paso atrás y les susurré:

J: Chicas, estáis habiendo mucho ruido, poneos boca arriba, que quiero ver a estos dos bellezones.

Me hicieron caso y se pusieron boca arriba. Elena me miraba con unos ojos de vicio increíbles, pasando a tocarse lentamente el coño. Irene nos miraba a los dos, estaba tan cachonda como Elena o más. Me puse de rodillas sobre la cama, encajando mi polla en el coñito de Elena, inclinándome hacia delante para besarla.

J: Irene, cómele las tetas.

Irene se lanzó a ello, comiéndose las con mucha ansia mientras Elena se tapaba la boca con sus dos manos para parar sus gemidos. Se la metía muy lentamente para que disfrutara y no se corriera tan rápido y entonces quería que Elena se corriera a lo grande, arriesgándonos a que se enteraran hasta los bañistas de la playa de los gritos que pudiera dar.

J: Irene, tú no has visto un secretito de Elena…

Irene me miró con cara de sorpresa y expectación, los ojos le brillaban, estaba muy cachonda. Elena me miró abriendo mucho sus ojos, empezando a ponerse roja como un tomate.

J: Mira como se pone con esto…

Cogí un pie de Elena y se lo empecé a besar, para luego lamerlo suavemente, empezando a chuparle los dedos. Elena se puso muy roja, poniendo una cara de placer y vicio alucinantes, poniendo también sus ojos en blanco. Irene se encendió mucho y sus mejillas se pusieron más rojas aún y se incorporó para coger el otro pie e imitar lo que yo estaba haciendo. A los pocos segundos, retomé la follada mientras Irene y yo seguíamos jugando con sus pies, pero tuve que parar porque notaba que se iba a correr en breve. Paré a Irene y la tumbé boca arriba, al lado de Elena. Seguí jugando con los pies de Elena, estando quieto, sin metérsela. Se movía casi retorciéndose, como si jugar con sus pies le provocara tanto placer como si se la estuviera metiendo. Ya notaba como contraía su coñito, apretando mi polla. Empecé a tocar de nuevo a Irene a buen ritmo mientras ella me miraba a mí y a Elena, estaba perrísima mirando a Elena como estaba casi poseída. Le empecé a tocar más rápido y cuando noté que estaba cerca de correrse, apreté y le di fuertes embestidas a Elena, provocando que se corriera mientras ella tapaba su boca con fuerza. Irene al verla así se empezó a correr. Sus piernas temblaban y las empezó a cerrar, echando su cara sobre el hombro de Elena mientras le pellizcaba su pezón que no tenía un piercing. Esperé a que ambas se recuperaran, pajeándome sin mucha prisa admirando esos dos cuerpazos desnudos frente a mí, abandonados al placer. Una vez se recuperaron, Elena se incorporó mientras Irene, que se había recuperado bastante antes, la miraba expectante de lo próximo. Elena estaba como desorientada y cogió de la mano a Irene.

E: Irene ven, que mi niño nos tiene que dar su leche.

Se puso de rodillas, poniendo a Irene a su lado de la misma manera y pegó su cara a la suya para que me corriera en ambas caras. Elena sacó la lengua, haciendo Irene lo mismo al verla. Me acerqué a ellas y empecé a pajearme, estirando Irene su cara como si quisiera chupármela, pero Elena tiró de ella para que no se moviera. Verlas tan a mi disposición, con sus caras expectantes, sus lenguas fuera y sus mejillas enrojecidas hizo que me corriera en nada, bañándolas a ambas, llenándole las caras de leche.

Estaba tan cachondo y aguanté tanto la corrida para sacar todo lo que pudiera, que hasta me mareé, por lo que me tuve que sentar en la cama, con la respiración agitada. Elena vino gateando hasta mí con la cara llena de mi leche, tirando de la mano de Irene para que la siguiera de la misma manera. Ambas apoyaron sus caritas en cada uno de mis muslos.

E: ¿Te ha gustado llenar de leche las caras de tus putitas, mi amor?
J: Me ha encantado. (dije aún mareado)

Irene resopló y entonces Elena le cogió del cuello con ternura para empezar a lamerle la cara para limpiarle toda mi corrida, tragándoselo después. Irene hizo lo mismo con Elena, exactamente igual, para mi deleite. Parecía una escena de una película porno porque cuando acabaron de limpiarse y tragárselo todo, se dieron un beso lento con mucha lengua. Me preguntaba si era un sueño, pero no, no lo era. Estaba en una nube después de esos diez minutos que se me pasaron como si fuera uno. Las vacaciones empezaban de manera inmejorable.

N: Elena, ¿qué os queda? (dijo llamando a la puerta)

E: ¡No pases!

Elena, Irene y yo nos miramos un poco desconcertados. No sabíamos qué hacer, porque hacía mucho calor en la habitación, olía mucho a sexo y aún estábamos rojos por el sofoco. Tanto Elena como Irene tenían chapetas del calentón, y seguramente yo también. En lo que pensábamos algo, nos vestimos rápidamente, cada uno con su bañador y ropa encima de ellos. Elena salió la primera, cerrando la puerta rápidamente para que no viera nada si seguía ahí y oí como se la llevaba al salón. Entonces Irene y yo salimos por turnos, ella primera para ir al baño y después yo para ir con Elena. Cuando llegué vi como Noelia miraba a su hermana y después a mí. Se nos notaba un huevo lo que acaba de pasar por como nos miraba y que Elena le hubiera dicho casi gritando que no pasara, fue más que aclarador de lo que había pasado.

No me importaba, ni que fuera la primera vez que habíamos estado en una situación similar a esa. Pero lo que sí que me ponía nervioso era si se daba cuenta de que Irene estaba ahí con nosotros. Noelia no es tonta y estaba completamente seguro de que ataría cabos, o en este caso sumaría uno más uno. Esperamos a la otra pareja sentados en el sofá mientras Noelia estaba de pie y nos miraba de vez en cuando. Al poco aparecieron Irene y Mario y pude ver como Noelia levantó un poco las cejas al mirarlos. No vi nada raro cuando yo los miré, solo que Irene seguía ligeramente roja y evitaba el contacto visual. Joder, con cómo era Irene y ahora estaba cortada, manda cojones…

Ni siquiera dejé que se formara ningún silencio incómodo.

J: Bueno, ¿nos vamos a la playa? (dije levantándome)
E: Sí, vamos, que estoy deseando.

Salimos del apartamento, echando a andar, recorriendo los escasos 300 metros que había hasta la playa. A pesar de que era lunes y aún no era tan tarde en la mañana, la playa estaba bastante llena. Clavamos un par de sombrillas en la arena y extendidos las toallas para tumbarnos después de habernos quitado la ropa y quedarnos solo con el bañador puesto. Como era de costumbre, empezó el ritual de la crema de Elena, echándome hasta casi por donde no me daba el sol. Irene hizo lo mismo con Mario y cada chica se echó a sí misma, ayudando Mario y yo a echarles por la espalda a nuestra pareja cada uno. Elena le echó a Noelia por donde ella no llegaba y entonces la miré y me di cuenta de que había perdido un poco de peso, quedando con una figura muy atractiva, aunque ya la tenía cuando la conocí. El problema era que con todas sus tonterías ni me fijaba en esos detalles de su cuerpo, pero ahora al estar más relajado y ya sin nada de cabreo después de lo que acaban de pasar hacía escasos minutos en el apartamento, sí que le eché cuenta. También me di cuenta de que Mario tenía los músculos más marcados y definidos.

J: Mario, te estás machacando en el gimnasio, ¿no?
M: Bueno, un poco para el verano solo.
I: Está buenorro, mita que tableta.
J: Ya ves, yo debería también ir un poco.
E: Pero, ¿qué dices?
J: Tengo un poco de barriga.
E: Tonterías, estás para comerte. A mí me encantas así. Esta barriguita es muy mona. (dijo acariciándome la barriga y dándome un beso)
J: Ya, jajajaja.
E: ¿Qué pasa…? jajajaja.
J: Sabes a mí. (dije susurrándole a su oído para después darle un beso en el cuello)
I: Es verdad, Javi. Estás muy bien así, no te hace falta.
J: Joder, que al final me lo creo y todo.
E: Estás muy rico, mi amor.
M: ¿Y tú, Noelia? ¿No tienes ningún noviete?
N: ¿Eh? No, no tengo.
E: Es que lo ha pasado un poco mal hace poco.
I: Pues eres muy mona, seguro que no te cuesta trabajo.
N: Bueno, no es tan fácil como crees.

Afortunadamente no me miró cuando dijo eso último, cosa que agradecí porque me juego el cuello a que Irene se hubiera dado cuenta de todo al instante.

I: Anda ya, mujer. Si tienes un cuerpazo… Y eres muy guapa, como tu hermana.
N: El problema es que tener un buen cuerpo y ser guapa como tú dices, no es suficiente.
E: Venga, Noelia. Ya ha pasado eso, no le des más vueltas.
I: ¿Qué te ha pasado, encanto?
N: Nada…
E: Ha intentado algo y no le ha salido bien. Era con una amiga de hace mucho y no ha funcionado.
I: Ah, lo siento. ¿Te gustan las chicas?
N: No, he descubierto que no.
I: Ah… ¿Tal vez has confundido amistad con algo más?
E: La otra chica sí que estaba enamorada de ella.
N: ¿Podemos cambiar de tema?
J: ¿Has pensado qué estudiar ya, Noelia?
N: Pues no, me estoy tomando un descanso. Tengo que verlo bien. Creo que es una decisión importante y me gustaría estudiarla bien.
M: Haces bien. Muchos amigos nuestros se salieron en primer o segundo año por no gustarles al final lo que estaban estudiando.
J: Bueno, y aun tomando la decisión.
E: ¿Te pasó a ti?
J: Un poco. El último año se me atragantó una cosa y casi lo mando todo a tomar por culo.
N: Me estáis dando buenos ánimos…
I: Ni caso, Noelia. Haz lo que más te guste, no dejes que nadie te diga lo que tienes que hacer.
N: Gracias.

Estuvimos un buen rato tumbados en las toallas, bebiendo algo o jugando a las cartas hasta que Irene, Mario y Noelia se fueron a darse un baño. Elena y yo nos quedamos sentados hablando.

-¿Te ha gustado lo que hemos hecho antes de venir?
-Joder que si me ha gustado… Me encanta cuando te pones así… Elena, eres increíble.
-Me alegro de que te haya gustado.
-Todo lo que haces me encanta.
-A lo mejor me he venido un poco arriba para nuestra vuelta con ellos.
-¿Tú crees?
-No lo sé. Me gusta pasármelo bien, pero no quiero que pase lo de la otra vez.
-Tú mandas, mi vida, ya lo sabes. Si vuelve a pasar eso, lo paro. No te preocupes.
-Gracias.
-¿Te he dicho alguna vez que me encanta cuando te pones el pañuelo ese así en la cabeza?
-Mmm, creo que sí.
-Es que te queda genial, estás muy guapa y ese bikini… Estás para comerte.
-Es que últimamente me muevo mucho y se me ha quedado tipín, ¿sabes?
-Ah… No tenía ni idea… jajajaja.

Elena se subió encima de mí con una pierna a cada lado, poniendo su cara muy cerca de la mía.

-Le has contado a Irene mi secreto…
-Elena, ¿qué haces? Hay mucha gente…
-Shhh, si no estamos haciendo nada. ¿Ahora te pones tímido? El que me folla en una piscina municipal se pone tímido porque me subo encima de él… jajajaja.
-No seas mala…
-¿Me vas a castigar?
-Pues…
-No, no lo vas a hacer. Te debería castigar yo por contar secretos…
-¿Y cómo lo vas a hacer?
-Ya veremos… (dijo moviéndose para frotarse conmigo)

Le miré a los ojos y nos empezamos a besar. Después nos fuimos al agua cuando Irene y Mario volvieron. En el agua estuvimos juntos, abrazados, con arrumacos. Noelia estaba a unos diez metros de nosotros, pero no parecía atenta. A los pocos minutos salió y volvió con la otra pareja. Elena y yo nos empezamos a besar cada vez con más intensidad, nos estábamos poniendo demasiado cariñosos. Yo le agarraba del culo con fuerza, amasándolo y estrujándola contra mí. Le puse el bikini como un tanga mientras ella se reía.

-Así mejor.
-Javiiiii… jijiji.
-Es una pena que ese culito se desaproveche.
-¿Me estás diciendo que mi bikini es feo?
-Noooooo. Me encanta, estás muy guapa con él. Pero sin él aún más.
-¿Sí?
-Ya te digo. Además, esas marcas de moreno son muy sexy…
-¿Te pone?
-Sí, enséñame las tetas, anda.
-Hay mucha gente.
-¿En qué quedamos? ¿Quién es más tímido ahora?
-Pfff… Como te gusta provocarme…
-Me gustas tú, mi vida.
-Ay… No me digas eso así…
-¿Por qué?
-Porque me ganas muy fácil con eso.
-¿Sí? ¿Te gusta que te diga cómo te quiero? ¿Qué eres lo mejor que me ha pasado en la vida y que no sé cómo coño me las he podido arreglar sin ti antes de conocerte de esta manera?

Elena se quedó callada, mirándome a los ojos y se dio rápidamente la vuelta.

-Métemela.
-¿Qué?
-Javi, métemela. Te necesito dentro.

Le empecé a besar el cuello mientras le tocaba todo el cuerpo, por las tetas, colando mis manos por dentro del bikini y luego en la parte de abajo, acariciándole los pelos del pubis.

-Me ha encantado lo que te has hecho aquí…
-Mmm… Métela ya porfa…

Le aparté el bikini a un lado y me bajé el bañador para poder sacarme la polla y los huevos y se la metí directamente. Ella lanzó un gemido que pareció ser oído porque alguien se giró. Nos quedamos así, quietos, con mi polla en su interior, sin hacer el más mínimo movimiento, solo sentía las contracciones de las paredes de su chocho. Estuvimos tanto tiempo que la otra pareja y Noelia vinieron a buscarnos, acercándose a nosotros.

-No te salgas, mi amor.
-Que guarrilla y morbosa eres…

Elena soltó una risita muy dulce y apretó mi polla con su coño. Los demás llegaron a nuestra altura preguntándonos qué hacíamos tanto rato en el agua.

I: ¿No salís?
J: Sí, ahora vamos, es que estamos muy a gusto aquí fresquitos.
M: Deberíamos ir a comer, ya va siendo hora y como tardemos mucho más de va a poner a reventar.
I: Sí, se llena todo, así que deberíamos ir yendo ya a algún sitio.
N: Yo también tengo hambre ya, venga, vamos.
J: Dadnos un par de minutos, ya salimos.

Se empezaron a ir y a medio camino Irene se giró.

I: Id saliendo, que tengo que decirle una cosilla a Elena…

Irene volvió a nosotros y se puso frente a Elena.

I: ¿No habéis tenido suficiente con lo que hemos hecho antes, guarrillos? Jajajaja.
E: ¿De qué hablas?
I: Venga, Elena, que a mí no me engañáis. Estáis follando.
J: No, no estamos follando.
I: ¿No? A ver…

Irene se acercó más a Elena y noté como bajó su mano hasta que me rozó la polla con sus dedos.

I: Que no dice… Jajajaja.
E: Irene…
J: No estamos follando, de verdad. Solo se la he metido y la he dejado así.
I: Ya…
E: Es verdad. Javi sabe perfectamente qué decirme para que quiera estar así.
I: Pues dale alguna clase a Mario, Javi, porque joder como se pone la nena a veces… Jajaja.
J: Seguro que él sabe también qué decir.
I: La verdad es que sí. ¿Y puedes aguantar sin moverte dentro de ella?
J: Bueno, ganas tengo, pero ella lo contrae y me da placer así.
E: Jijiji… (rio apretando mi polla con su chochito)
I: Te lo está haciendo, ¿no?

Asentí poniendo cara de placer.

I: Uff… Me voy porque me estáis poniendo cachonda y… Anda no tardéis mucho.
E: Vale, ya vamos.

Irene se alejó, saliendo de la playa y Elena cogió mi polla para sacársela, dándose la vuelta.

-¿Vamos?
-¿Me vas a dejar así?
-Ha sido divertido, pero aquí no podemos hacer mucho más…
-Pues o descargo o no puedo salir, a ver como bajo yo esto…
-Javi, no podemos follar aquí. No es como en la piscina, hay muchísima gente. Se van a dar cuenta.
-Pfff… Es que estoy muy cachondo.
-Hazte una paja rápida, te esperamos fuera. (dijo dándose la vuelta para salir del agua)
-Espera. -dije agarrando su mano para darle la vuelta y que me mirara de nuevo- Házmela tú, anda…

Elena me agarró la polla y la empezó a masturbar recorriéndola por completo con su mano, no muy rápidamente. Me miraba a los ojos sonriendo.

-Mi vida, me encanta como lo haces, pero así podemos estar todo el día…
-¿Quieres que haga que te corras rápido?
-Sí. Haz que me corra fuerte.

Elena aumentó el ritmo de la paja, haciéndolo muy rápido mientras con la otra mano me tocaba los huevos, acariciándolos con cariño. A los pocos segundos subió su mano al glande para estimularlo bien con su mano mientras me pajeaba el tronco con la otra.

-Así, así…
-¿Me vas a dar tu lechita?
-Sí, te la voy a dar. Mi leche es solo tuya.
-Venga, dármela.

A los pocos segundos me empecé a correr, soltando bastante. Elena se reía con dulzura y se acercó para besarme.

-Que bien…
-¿Te ha gustado?
-Sí. Lo haces muy bien.
-He notado tu corrida en mi pecho, jijijiji… Estaba calentita.
-Jajajaja, ¿quieres que te toque yo a ti?
-No hace falta. Luego seguimos.

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