MOISÉS ESTÉVEZ
Inevitable
Desde ese día nadie vende barquillos en el parque. Un acontecimiento
más que Alicia observaba desde la ventana de su céntrico apartamento
neoyorquino.
Tras la brutal agresión que sufrió a manos de tres pandilleros, no había
salido de su pequeño refugio, la agorafobia era ya una realidad.
En su soledad, pensaba: personas que conocer, lugares que frecuentar,
olores que percibir, objetos que tocar, una vida más allá de las paredes que la
rodeaban.
Pero sus miedos superaban con creces cualquier atisbo de relación con
el espacio exterior.
Sus lágrimas corrían cual río caudaloso por sus mejillas, mientras, negro
sobre blanco, plasmaba dicha soledad en su Moleskine.