DO.LOBERA

10- Siriel, Lamia y el bebé dragón

Lamia no llegó al instante, estaba ocupada atendiendo otros asuntos del bosque. Durante la espera el leñador tranquilizó al dragón que empezó a jugar con las ramitas más finas. A pesar de la situación, Siriel se alegró de que el bebé estuviera bien cuidado. La fénix llegó alterada, últimamente tenía más tareas que de costumbre. Desde el aire vio a Siriel medio enterrada y aterrizó a su lado, el leñador y el dragón se le acercaron. Este último no dejaba de restregarse contra ella, estaba contento de tener a su mamá.

Lamia clavó sus ojos negros como el carbón en la joven, dispuesta a obtener respuestas. Su alma se veía noble y sincera, pero por alguna magia extraña, no podía leer sus pensamientos.

—¿Quién eres extranjera y que deseas de Galat’z?

—Soy Siriel, caballera del reino. He hecho un largo viaje para encontrar el huevo de dragon de mi amiga Kara, quiero devolverlo a su hogar, el tesoro de su madre que ahora mismo se encuentra protegido por hechizos mágicos.

Galat’z al oír el nombre de su verdadera madre empezó a llorar lastimeramente, pues aunque no la había conocido, en el fondo de su corazón reconoció su nombre. Quería llamarla, estar con ella, pero sólo tenía el consuelo de Lamia que lo envolvió con cariño con sus plumas de fuego. Lamia miró a la caballero. Podría conocer a la madre del bebé pero, ¿era de fiar? El bosque la liberó sin tener en cuenta las dudas de la fénix quien tomó una decisión por el momento.

—Siriel, el bosque parece creerte pero no así yo, no cuando está en juego la vida de un bebé. Sin embargo, te dejaré quedarte de momento. Te quedarás con Tomas mientras yo decido si debo creerte, mientras tanto, no te acercarás a Galat’z

Sin esperar respuesta, Lamia tomó al pequeño entre sus garras y se lo llevó volando a su nido, en el gran árbol que era el corazón del bosque.