MOISÉS ESTÉVEZ
El día que Moses murió Nick recordaba que fue especialmente caluroso.
El sol pegaba fuerte sobre los acristalados edificios y ese reflejo lo recogía el
asfalto, convirtiendo las calles en un auténtico horno. El tráfico era intenso,
incrementando el bochorno y haciendo que la atmósfera neoyorquina fuera
irrespirable.
El transcurso de la investigación del caso que tenían entre manos
requería trabajo de oficina, obligándolos afortunadamente a permanecer
refugiados bajo el aire acondicionado, tras las pantallas de los ordenadores,
engullendo donuts y tomando litros de café ‘made in comisaría de policía’.
- Voy a vaciar la vejiga… –
- No sigas, no quiero ni hace falta que me des muchos detalles. –
Bromeó Nick.
Mientras Moses estaba en el baño, sonó el teléfono de su mesa, por lo
que Nick rescató la llamada sin saber que el recado que cogería traería
consecuencias fatídicas…