Mª DEL CARMEN MÚRTULA
Anoche soñé que el viento me susurraba sus secretos.
El viento habla un idioma universal
compuesto por miles de voces,
aunque hasta hoy casi nunca lo entendí.
Pero anoche comprendí el idioma de los vientos
y quiero transformar su voz en mis palabras
para que puedas vibrar al son de sus lamentos.
Escuché sus historias de gemidos
ante tantas voces humanas que sollozan
y despliegan sus quejidos
al susurrarlos en silencio o entre suspiros.
Me manifestó cómo hemos de mirar el mundo
porque la vida humana no es utilitaria,
no es justo que el valor de la persona radique en lo que pueda producir, trabajar o fabricar.
La persona se convierte en simple maquinaria,
pudiendo ser desechada cuando no indique
ya valor, por resultar inútil o innecesaria.
Pero la dignidad humana está por encima
de cualquier régimen económico.
La dignidad humana, es más, es gratuita,
protege a la persona, por el simple hecho de existir,
frente a cualquier ideología, régimen o situación política,
va más allá de lo rentable, simplemente por vivir.
Me contó de verdades injustamente tapadas y acalladas
por los golpes a inocentes que solo pueden llorar
cuando el viento los susurra y acaricia.
Si, sus lamentos son escuchados por los vientos
y luego llevados por ellos del uno al otro confín
buscando quienes sus lamentos quieran oír.
Hoy el viento, sigue guardando sus secretos,
y llevando su mensaje hasta lugares recónditos,
depositando sus confidencias en sabios y sensatos
pues solo ellos creen en sus reflexiones y lamentos.
Espléndido
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