ANA MARÍA OTERO
Se inventó un sueño perfecto que soñó el solo primero. Después la invitó y entonces ella hasta allí se asomó.
Le gustó lo que veía y compartió la fantasía hasta que la cruda realidad se aproximó con la oscura intención de expulsar a todo aquel que allí por más tiempo ya no se podía quedar.
Él gritó, lloró e imploró.
Deseaba quedarse y que el momento no acabase, pero no es así como funciona la vida y otra vez la realidad ganó cuando el impío despertador sonó.