YESSIKA RENGIFO
Formalismos no. Su sostén en la silla, mi camisa en el suelo y algunas gotas de sudor anuncian que no habrá nada más. He aprendido amarla. Desnuda, sentada en la cama y su mirada perdida volvió a recordar, que nuestros encuentros traían fuegos a su constante invierno. No sin antes decir, sólo la cama, el oficialismo arruinaría la magia de los miércoles fríos.