MOISÉS ESTÉVEZ
Una mañana como otra cualquiera… A Nick no le hizo falta que sonara
el despertador que como cada noche ponía a las seis en punto, ya llevaba un
par de horas despierto. Tumbado bocarriba, con los ojos cerrados, la
respiración pausada, intentó conciliar el sueño con una técnica de relajación
que nunca le funcionaba. El recuerdo de su compañero se lo impedía.
Al final optó por levantarse, puso la cafetera y se metió en la ducha
mientras subía el café.
Sorbo a sorbo, disfrutaba del caliente brebaje y de unos minutos de
silencio, ya que conforme avanzara el día, difícilmente se repetirían momentos
como ese.
Terminó de repasar unas notas y el expediente del caso que había caído
en sus manos el día anterior, y decidió que volvería al lugar del crimen antes de
dirigirse a comisaría…