ANA MARÍA OTERO
Parece que son dos, ¿O no? Alarmantemente parecidos. ¿Seguro que no son el mismo? Tal es la similitud que casi me atrevo a jurar que de ser un par, tienen que ser hermanos o familiares muy cercanos. La imagen de uno y la del otro, algo así como el idéntico reflejo en un límpido espejo.
¿Crees que tal vez exagero y que en realidad no es para tanto ese parecido extremo que aprecio?
Bueno, a lo mejor que el corte de pelo sea el mismo es lo que me ha confundido, porque si a conciencia me fijo, el mentón del primero es un poco distinto de el del otro y tal vez podría ser que la nariz de uno sea más respingona, más chata y algo sonrosada.
Pues sí. Si me centro un poco más ese parecido extremo, aunque lo intento, a penas sí lo aprecio. De hecho llego a dudar que fuera normal apreciar alguna similitud y ahora me pregunto son hermanos o en realidad uno de ellos es un marciano, o si las imágenes de esos dos seres tan extremadamente diferentes alguna vez existieron o sólo las vi en el espejo que aquella vez encontré en ese sueño que entonces no quise soñar y que aparece ahora como venganza, cruel represalia que se hizo realidad para amargarme y reprocharme que esa noche o esa mañana, yo tenía ganas de apagar, de dejar de delirar y alucinar.