ESRUZA
…Y la soltó abruptamente de sus manos,
de esas manos tibias, cansadas por los años,
que tanto amaban esa flor,
ella en correspondencia, le brindaba
su fragancia sutil.
Fue cortada por él para recibir
esa fragancia, hacer su vida placentera
y cuidarla al amanecer y al anochecer.
Y la flor cayó, lentamente,
como en cámara lenta, desprotegida.
Y fue arrastrada por el “volaverunt”;
siendo presa del viento y el olvido
se secó.
Ya no había esas manos dulces que
la acariciaban en sueños al amanecer,
al anochecer, y a cualquier hora,
por el placer de tenerla.
Era una azalea que le brindó sólo a él
su fragancia, pues él la cortó.
Flor de azalea roja, oferente,
que se secó inevitablemente.
Sin saber por qué, su dueño
dejó de cuidarla.