MOISÉS ESTÉVEZ
- Vas armada, supongo –
- Siempre voy armada –
- No tengo mucha información de a lo que se dedicaba esta gente, quien
quiera que sean o sea, si es que se trata de una sola persona, que también es
posible, apenas si me ha dado tiempo de indagar, y aunque no te lo creas,
pienso que encontraremos algo – - ¿intuición policial? –
- Puede ser, por qué no –
- Espero que así sea. El trabajo de Frank ha sido bastante bueno
¿verdad? – - El tío es un crack en su terreno y cuando se pone no hay quien lo
iguale. Te he preguntado lo de si vas armada porque no me fío. Sólo sabemos
la ubicación y eso no me gusta, y es que este trabajo a veces tiene estas
cosas. Si quieres no perder una pista esperando a que la maquinaria
burocrática y el manual te sigan el ritmo lo llevamos chungo. En fin, echaremos
un vistazo y si es necesario pedimos refuerzos – - Está bien –
En Queens encontraron una nave que parecía estar abandonada,
aunque no tenía mal aspecto. Se veía que la actividad, fuese cual fuese, hacía
bastante tiempo que había cesado.
El local tenía un gran ventanal semipintado para evitar miradas curiosas
en la parte delantera. Acercaron sus rostros al cristal y los irregulares trazos de
rodillo se encargaron de mostrar lo que creyeron podía ser restos de sangre,
por lo que sin pensarlo dos veces decidieron entrar sin esperar la orden. Lo
hicieron por la parte de atrás donde encontraron una puerta que apenas si
opuso resistencia, y efectivamente, minúsculas gotas de sangre que sólo un
experimentado observador vería, intentaban pasar desapercibidas en el suelo,
entre dos fuertes pilares de acero, bajo cadenas provenientes de un puente
grúa, lo que les hizo sospechar que ese era el lugar donde Javier pudo ser
torturado…