ALMUTAMID

No sabía si calificar de éxito o fracaso el plan de Dani, pues no veía a las chavalas muy abiertas a sus ocurrencias. Pero había otra cosa que me preocupaba, Sol había cogido la confianza de pasarse ratos charlando en mi cuarto. No me molestaba pero intuía la causa. Además durante la cena solía sentarse al lado mía y si nos quedábamos de sobremesa se pasaba el rato acariciándome el brazo rozándome con sus dedos. Aquello no entrañaba ningún significado más allá de que Sol es de esas personas que disfruta de caricias y abrazos, pero dirigidos a mí me hacía sospechar de algo que quería evitar a toda costa.

De hecho, el viernes no salí con las chicas con las chicas con la excusa de quedar con unos compañeros del equipo con los que al final tampoco quedé. No podía decirle que no tenía ganas o me sentía mal porque o me obligaba o se quedaba conmigo y yo estaba intentando evitarla más allá del comedor y los ratos que se acercaba a mi dormitorio. Sin embargo, a la vez notaba a Ángela más despegada. No habíamos empezado bien el curso y habíamos perdido parte de nuestra confianza desde el verano. Además en el fondo me cabreaba la conversación que le había escuchado con Sol. Me vendía muy mal aunque no faltara del todo a la verdad, y además incitaba a la chica a algo a lo que yo ya le había dicho que no.

Aun así el sábado por la mañana estaba con las dos desayunando. Afortunadamente al siguiente fin de semana sería el puente de Todos los Santos y regresaría a mi ciudad donde me sentía más a gusto. Relacionado con eso mientras desayunábamos recibí una llamada. Era Alba. Me salí de la cafetería para hablar tranquilos.

-Hey ¿qué pasa? ¿Y está llamada?
-¿Cómo estás Luis?
-Muy bien, bueno, ya sabes. ¿Y tú qué tal?
-Muy bien. Organizando cositas. ¿Vienes el puente?- me preguntó
-Claro, estoy deseando.
-Guay. Era para saber si contamos contigo. Vamos a preparar una fiesta de Halloween y no sabíamos si ibas a estar.
-Pues claro que voy. Pero ¿qué día la vais a hacer?
-El sábado. Vete pensando el disfraz.
-Huy, yo soy muy soso para eso.
-Ya verás como no, jajaja. Que si no sabes te ayudo.
-Vale. Te aviso cuando llegue a la ciudad.
-Que pases buena semana.
-Igualmente…besos.

Entré a la cafetería con una sonrisa que extrañó a mis compañeras.

-¿Con quien hablabas?- me preguntó Ángela.
-Una amiga de la ciudad. Muy buena amiga. Organizando cosillas para el finde que viene.
-¿De pareja?- preguntó Sol.
-No, que va. Somos grandes amigos pero nada más- respondí sin darme cuenta de que habría sido una buena ocasión para mentir o al menos contar la media verdad.

La suspicacia me molestaba. Pero a la vez me ayudaba. Mi obsesión por no enredarme de nuevo en una relación empezaba a obsesionarme. Yo había dejado claro que me iba en febrero y si aún así surgía algo no tenía porque poner obstáculos. Pero yo era el primero que sabía que una cosa es lo que se espera y otra la que sale. Incluso había comprobado como todas las personas tenemos dobleces: María mintió para perjudicarme, Marta adoptó una imagen para retenerme y yo mismo me había comprobado como novio amante de Claudia mientras me follaba a Nieves. Iniciar una relación con caducidad no significaba que el fin fuera el esperado. Y no niego que la niña me agradaba. Pero cada vez la veía más inocente y menos merecedora de un palo como el que se iba a llevar con total seguridad a mi marcha. Mejor no empezar para no tener que acabar.

Y es que su susceptibilidad a mis posibles relaciones la hacían vulnerable a mi entender o quizá solo interesada. Pero fuese como fuese tenía que evitar caer con Sol sin parecer mala persona ni desagradable después de lo bien que se había portado ella conmigo. Es de bien nacidos ser agradecido.

Pero ahí radicaba el problema. No tenía excusa para no salir y tenía que buscarme una para no quedar. Los compañeros con los que había salido eran una excusa para no quedarme en casa y evitar salir con las chicas, pero tampoco es que su plan me agradara demasiado. Eran unos buitres que se pasaban la noche intentando pillar cacho. Ese era su fin. Y como sabéis yo no me considero capaz en esas circunstancias. Siempre me he visto incapaz de entrarle a una chica en un bar sin que me mande a la mierda y que sólo con mi conversación y mi palmito llevármela al huerto.

Y en verdad que me estaba aburriendo. Sin conversación ninguna más allá de “Mira qué buena está esa tía” o “acompáñame y le entramos”. Sin embargo, en un pub que me sonaba de haber estado con ellos al final del curso pasado mientras yo observaba en un taburete como mis amigos acosaban a un grupo de chicas que bailaban se me acercó una cara conocida.

-Hola- me dijo- ¿te acuerdas de mí?
-Claro que me acuerdo. Aquí mismo. Antes del verano.

Nos dimos dos besos y nos recordamos los nombres, aunque mi mala memoria hace que ya ni me acuerde. Pero efectivamente, era aquella cajera de supermercado con la que había estado charlando la última noche antes de volver a mi ciudad el verano anterior. Amablemente se me había insinuado aquella noche pero con mucha educación había aceptado mis disculpas.

Tras explicarme que estaba allí celebrando el cumpleaños de una compañera de trabajo ya mayor y que empezaba a aburrirse la invité a tomar algo y aceptó encantada. Nos pusimos al día un poco de nuestras cosas teniendo en cuenta que sólo nos conocíamos de haber tonteado una noche. Mientras charlábamos sus amigas se iban y me preguntó si yo tenía prisa. Le expliqué mi toque de queda en la residencia y decidió quedarse conmigo hasta que yo me fuera.

Mientras se despedía de sus amigas no pude evitar fijarme en ella. Aunque no llevaba el vestidito de verano con el que la conocí, sí que reconocí sus formas en un vestido ajustado de manga larga con escote circular discreto que modelaba perfectamente sus curvas de chica delgada. Además las medias oscuras le afinaban unas piernas ya delgadas que se veían separadas anunciando un espacio en su entrepierna que invitaba a descubrir. Esa sensación en mi mente me hizo darme cuenta de que tras el encuentro con Mónica mi cuerpo ya reaccionaba como antes al estímulo de una chica guapa o un culo apretado.

Cuando regresó a mi lado, después de comprobar como sus amigas me repasaban de arriba abajo y le cuchicheaban algo al oído la invité a salir a la calle pues había demasiado ruido. La chica aceptó. Cogió su abrigo mientras me despedía de mis compañeros que al verme salir con ella me felicitaron con estruendosos golpes en la espalda. A sus ojos, el que ni lo había buscado iba a ser el único que mojara el churro.

Yo dudaba de que fuera así. Sé que le había gustado a la chica la noche aquella, pero ya había pasado mucho tiempo y quizá sólo buscase cambiar de aires y charlar con alguien diferente. Ya en la calle le propuse pasear hacia su casa para que me diera tiempo a mí a volver a la residencia pues me tenía que desviar. Por el camino me preguntó directamente:

-¿Qué tal aquella novia con la que ibas a retomar la relación?
-Nada. Se acabó. La cagué demasiado y ya no hay marcha atrás.
-¿Cuernos?
-Y desconfianza, y esperar en ella lo que yo no daba…
-Ya veo…
-¿Y cómo lo llevas?- me preguntó parándose para mirarme a los ojos.
-Mal. Bueno, este verano muy mal. Ya voy haciéndome a la idea.
-Pero ¿lo habéis hablado?
-Ella ya no tiene nada de que hablar conmigo. Ha decidido apartarme porque teme “recaer” como en una enfermedad y yo, estoy convencido de respetar su voluntad pero tengo mis recaídas. Pero ¿qué le voy a hacer? Bueno, ¿y tú qué?
-Yo de amores nada, jajajaja. Paso de líos. Sólo tengo 20 años y la mayoría de los tíos no me convencen para una relación.
-Por eso sales con tus amigas…
-Bueno, algunas veces quedo con tíos, pero no en plan buscando una relación sino por conocernos y ver qué surge.
-¿Y surge algo?
-Algún polvo, jajajaja. Pero ni ellos ni yo vamos buscando pareja, así que si esta bien se repite y si no encantada de haberte conocido.
-Me gusta tu filosofía.
-Mira, tengo buenas amigas y me quito el come-come que tú tienes en la cabeza.- me dijo con sinceridad.
-Debería hacer como tú. De hecho, es lo que quiero ahora, pero tengo un problema.
-¿Otro? Jajajaja. Chiquillo, así no hay manera…

Rei con ella celebrando su jovialidad y le expliqué:

-En tres meses me voy a estudiar fuera de España y temo volver a complicarme la vida aquí.
-No te lías, chaval. Búscate una follamiga.
-¿Folla qué?
-Jajajaja. Muchos estudios pero estás un poco desfasado tú. Follamia, o sea, una amiga que te gusta y con la que quedas cuando os apetece a los dos y sin compromisos. Si una empieza a sentir algo además tiene que avisar para que el otro decida.
-¿Así de fácil?
-Así, prenda, jajaja. Yo tengo un par de follamigos, pero no estoy quedando con ellos porque uno está medio ennoviado con otra, y el otro la última vez se me puso muy serio y paso de líos. Pero que es lo más normal.
-Puff, yo creo que no sirvo para eso- dije decepcionado- ¿cómo le digo a una chavala eso?
-¿Y si ella te lo dice a ti?
-Pues no ha caido la breva todavía. Además ¿a mí? Ya ves tú…

La chica se detuvo un instante e hizo como que me observaba de arriba abajo.

-¿Estás de coña?- me preguntó- Prenda, tu problema no es de quien se fije en ti, tu problema es de autoestima. Ya no te digo más.
-Anda, no me digas esas cosas que estoy muy falto de cariño y con nada me vengo arriba…
-Esa es mi casa- me dijo al llegar a una esquina- ¿Tienes prisa?

Miré el reloj y le dije que tenía un rato todavía.

-Entonces no me subo todavía- me dijo justo antes de plantarme un beso en la boca apoyándose en mis hombros.

Su reacción me pilló por sorpresa y ella se dio cuenta.

-¿No te ha gustado?- me preguntó.
-No, no. Sólo que no me lo esperaba. Con la faltito que estoy de cariño no me esperaba que un bombón como tú. Pues la verdad es que ha sido una sorpresa.
-Pensé que al quedarme contigo te darías cuenta de que me gustaste cuando te conocí en verano- me explicó.
-Ya sabía que te gusté, oye, y tú a mí, pero no pensaba que te apeteciera. Lo malo es que ahora tengo ganas de más.-reconocí.
-¿Te da tiempo?
-Creo que por ti puedo apurar.
-Jajajaja.

La chica me tomó de la mano y me metió en un rincón oscuro entre dos contenedores. La verdad es que olía a orines y a basura, pero a falta de otro sitio tampoco me iba a quejar. Se apoyó en la pared y yo me puse frente a ella. Empezamos directamente a comernos la boca con mucha lengua. No era un beso cariñoso, era totalmente sexual. Pero lo que más me sorprendió es que al instante sentí su mano sobando mi polla que ya se había endurecido fuera del pantalón.

-Si me agarras por ahí ya soy todo tuyo…-le susurré al oído.

Le hizo gracia regalándome una risita traviesa pero no dejó de sobarme el bulto. Yo respondí comiéndole la boca de nuevo y subiendo mi mano a sus pechos que sobé por fuera incapacitado para acceder a ellos por el vestido ajustado. Viendo que íbamos a saco y que ella no me paraba sin pensármelo dejé su pecho y colé la mano por debajo del vestido haciendo que se le subiera hasta la cintura al ser ajustado. Llevaba pantis cubriendo un tanga oscuro. Colé mi mano por el elástico. Ella a la vez soltaba mi cinturón y tiraba algo bruscamente para abrir mi pantalón. Para cuando ella alcanzó la piel de mi polla para sacarla fuera mi mano ya se había metido entre su tanga y la piel sorprendentemente suave de su pubis. Mis dedos recorrieron sus labios hasta encontrar una fisura que me llevó a su humedad.

Me regaló un gemido ronco cuando mi dedo empezó a repartir sus propios flujos por su raja buscando su clítoris para generarle placer. Y a fe que debía estar consiguiéndolo pues su mano había dejado de pajearme para limitarse a agarrarme la churra fuera del calzoncillo concentrada en la labor de mis dedos en su intimidad.

No había tiempo para cariños. Le comía la boca con mucho empuje mientras mi dedo se hundía en su coño bastante mojado. Ya ni olía a meado ni me incomodaba el sitio disfrutando de sobar el segundo coñito en dos semanas. Y esta vez ni lo había buscado como con Mónica.

Los gemidos de la chica dentro de mi boca y su concentración en como mi mano se manejaba en su entrepierna me hicieron darme cuenta de que estaba disfrutando. Tanto, que en apenas 5 minutos se estaba estremeciendo en un prematuro orgasmo. No fue muy intenso pero lo suficiente para alterar su respiración y ahogar un gemido largo mientras dejaba de besarme.

Yo di mi trabajo por concluido pensando que ya habíamos terminado pero la chica me detuvo cuando estaba recomponiéndome la ropa.

-Ufff, tienes buena mano. ¿Qué haces?- me dijo.
-Pues vestirme…
-¿No quieres correrte?
-Me gustaría, pero no tengo mucho tiempo ya y suelo tardar.
-Déjame intentarlo…-respondió agarrando de nuevo mi polla para empezar a pajearme otra vez.
-Creo que no me va a dar tiempo. Necesitaría algo más.
-Jajajaja. No sé si te haces el inocente y te sale muy bien o realmente lo eres, pero te vas a salir con la tuya…

No entendí sus palabras hasta que no vi como se agachaba poniéndose en cuclillas y tras descubrir mi glande echando hacia atrás mi prepucio se introdujo mi nabo en la boca provocándome una reacción de placer no por esperada menos agradable. La chica degustó mi churra unos instantes para empezar a mamar con cierta velocidad introduciéndose la mitad de mi polla apretando mucho los labios.

Estaba claro que no era la primera polla que se comía ni que fuera algo que le molestara e hiciera por fuerza. Yo agradecí su mamada con gemiditos y respiraciones profundas. Se detuvo un instante y me dijo:

-Me avisas ¿vale?
-Por supuesto…

Y volvió a mamar pero ahora intentaba tragar un poco más pero no tan muy profundo por la velocidad que quería imprimirle. Dio un paso más agarrándome el culo para que yo colaborara con mis caderas a follarle la boca y no cansarle demasiado el cuello por la postura. Hacía casi tres meses que no me la comían y eso iba a favorecer que me vaciara pronto.

-Agárrame las pelotas…-le pedí para acelerar las sensaciones.

Entre sonidos guturales y los chups de la propia chupada fui acompasando mis jadeos. Me iban a cerrar la residencia y me iba a quedar en la calle pero no iba a desaprovechar la mamada entre los dos contenedores. Pero el orgasmo no se iba a hacer esperar, ya estaba a punto. Avisé a la chica que se levantó con mi ayuda. Debía estar cansada de estar tanto tiempo en cuclillas y con zapatos de tacón. Yo empecé a pajearme la polla empapada por sus babas contra la pared mientras ella observaba acariciándome el culo. Parece que los tíos tenemos especial querencia por los traseros femeninos pero ¿qué decir de ellas con los masculinos?

Su estímulo y lo poco que me faltaba fueron suficiente para que me desparramara en varios chorros que se estrellaron contra la pared y el suelo. Con el mismo pañuelo con el que ella se había limpiado sus babas en la barbilla y en la boca me limpié los restos de semen. Con prisa me coloqué los pantalones mientras se apuntaba mi número de teléfono y me daba un toque para que me guardara el suyo. Me despedí con un pico y el típico “Ya nos llamamos” y salí literalmente corriendo para pillar aun abierta la residencia satisfecho por el revolcón callejero.

Al llegar a la residencia me duché y aproveché para guardar el teléfono de la chica como “Cajera” pues no recordaba su nombre. Afortunadamente al comprobar que me aparecía en la app de mensajería pude guardar correctamente su contacto. Se llamaba Mari Carmen, pero se ve que la llaban “Mamen”. Me dio la risa floja recordando la mamada con prisas en el callejón y guardé su contacto como “Mamen cajera”.

Qué bien se duerme con los huevos vacíos. Además podría utilizar a mi “follamiga” como escudo para evitar a Sol. No sabía como dejar caer que tenía algo con alguien y no pegaba soltarlo sin más. Otra opción podría ser contárselo a Ángela para que mi enfermera se enterase. En el fondo mi problema era que la chica mostraba sentimientos pero tampoco se me había declarado ni nada. Quien ponía las trabas era yo por culpa de las insinuaciones de Ángela y de la conversación entre ellas que había escuchado.

Pero decidí aparcar por ahora ese asunto. Así pasó el fin de semana sin que ocurriera nada reseñable en una semana en la que estaba más pendiente de volver a mi ciudad para el puente de noviembre que de lo que me ocurría donde estudiaba. En los tres cursos que llevaba fuera era la primera vez que tenía de verdad ganas de volver a casa. Y era un sensación nueva para mí que me hacía sentir que todo lo importante de mi vida estaba en mi ciudad: Mi familia, mis amigos, especialmente Alba, Viqui y Pablo y claro, Claudia. Por tanto lo que ocurría en la ciudad de la residencia era un relleno del tiempo hasta volver. Estudiaba con las miras puestas en el viaje a Bélgica, salía por no estar sólo y hasta evitaba pasar demasiado tiempo con las mismas personas. Tan así fue, que aquel jueves nos tocó jugar más temprano que de costumbre por lo que cuando terminé me duché corriendo para coger un autobús y estar aquella misma noche en mi ciudad.

Me vino bien además porque el partido fue un desastre. El primer equipo más serio con el que habíamos jugado nos había ganado. No por goleada, pero siempre habían ido por delante en el marcador. Con la excusa de coger el autobús me evité las malas caras posteriores que según supe después acabaron con que aquel día no hubo quedada en el pub pues era temprano y no había ganas.

Llegué tarde aquel jueves a mi ciudad. Tanto que mis padres ya habían cenado. No me esperaban hasta la mañana siguiente pues no los había avisado por si no me daba tiempo a coger el autobús. Se sorprendieron pero evidentemente se alegraron. Estaría allí el viernes por la mañana, que era día normal de trabajo aunque yo ese año tuviera los viernes libres.

Pensaréis que era mi oportunidad para buscar a Claudia, pero realmente no sabía qué decirle y no quería recaer por mi propia culpa así que en vez de levantarme muy temprano y verla salir de su residencia o plantarme en su facultad me quedé durmiendo hasta tarde y a media mañana tras desayunar le di una sorpresa a Alba y me presenté en su facultad. La vi salir con un grupo de compañeros. Se puso muy contenta al verme presentándome a sus acompañantes como su mejor amigo. Se iban a tomar una cerveza de viernes mediodía y me uní a ellos.

-Qué sorpresón Luis, ¿y eso que has venido a buscarme?- me preguntó ya hablando solos.
-Pues me he venido para casa y como no tengo clases lo viernes y ayer la liga era más temprano, bueno que al final me vine anoche y como no tenía nada que hacer pues he venido a buscarte para que me ayudes con el disfraz de mañana.
-Guay, jajajaja.

Estuvimos de cerveceo y tapas con sus amigos y cuando ellos se fueron de copas nosotros nos fuimos a buscar un disfraz para mí. No me gustaba nada los que veíamos así que Alba pensó en diseñar uno. Yo le preguntaba por el suyo pero me decía que era una sorpresa. Al final decidimos que yo iría del chico de la curva, con un chándal viejo roto y maquillado de medio zombi medio fantasma. Ella se ofreció a maquillarme.

Nos despedimos para ir a casa a descansar. Esa noche quedaríamos los cuatro, ella y yo con Viqui y Mikel. Y así fue salimos las cuatro en plan tranquilos haciendo planes para la fiesta que resultó ser en el apartamento que Mikel se había alquilado en la ciudad. Dejándose llevar por la euforia convocó a todo el grupo en su apartamento que iba a decorar con telarañas y calabazas. Muchas cosas estaban cambiando en mí pues me apetecía mucho el plan. Quería pasármelo bien con mis amigos.

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