ALMUTAMID
Mónica resultó ser una chica agradable en el trato, con una vida interesante y una excelente masturbadora. Quedamos en llamarnos cuando yo volviera pero sin promesas de nada. Por la noche en la cama noté que aunque me habría apetecido un polvo el revolcón con paja y corrida me había sentado muy bien. Y no sólo físicamente. Mi ego pasaba por temporadas expansivas, aquellas en las que generalmente más metía la pata, y otras depresivas como la que estaba viviendo en ese momento. Consciente de que no debía volver a repetir los errores del pasado mi plan pasaba por contener mi ímpetu expansivo. Mónica no resolvía el vacío que Claudia me había dejado. Eso iba a ser muy difícil de sustituir a corto plazo, pero me devolvía la confianza en mí mismo.
El domingo cuando vi a mis amigos de cerveceo al mediodía ninguno me preguntó por lo que había hecho la noche anterior, ni siquiera las chicas, así evite tener que inventarme una excusa. Cuando el lunes por la tarde volvía a la residencia tras haber comido en la familia celebrando el santo de la hermana de mi padre, Pilar, me di cuenta de que las estancias de mi ciudad a pesar de la cercanía de Claudia, más en mi mente que físicamente, pues ya había comprobado que nos cruzábamos y ella se iba cuando yo llegaba y viceversa, eran estancias placenteras. Me sentía mejor con Alba, Viqui, Pablo y el resto de la panda, que en la ciudad donde estudiaba donde la única luz en las primeras semanas de curso había sido el descubrimiento de Sol.
A pesar de eso, el curso se me haría corto. En un par de meses vacaciones, después exámenes y a primeros de febrero me iría de Erasmus a una nueva aventura sin lazos que me ataran de momento a ninguna parte.
La primera sorpresa ocurrió el martes durante el entrenamiento. Dani algo serio se acercó a mí. Por su semblante pensé que quería contarme algo serio y conociéndolo me temí que se había metido en un lío, pero me contó lo siguiente:
-Tío, no se como explicarme. Que tu amiga Marta se puso el jueves muy tontorrona sentándose encima y tal. Yo creo que venía buscando rollo y tal, pero yo no hacía más que pensar en ti y, joder estaba muy cortado.
¿Dani? ¿Cortado? Casi me da la risa mientras me decía algo que parecía preocuparle. Ni me acordaba de lo que había hecho Marta tras el partido, y eso que me había molestado bastante en su momento. Pero tras pasar por la residencia de Claudia, haber estado con mis amigos, haber visto a Alba y haberme dado un revolcón con Mónica, Marta me importaba un carajo. Vamos, el carajo gordo de Dani si se lo quería zumbar. Me la traía al pairo totalmente.
Después de su actitud en verano, su chantaje emocional y su colección de amantes cachas me importaba un rábano, Es que me resbalaba. Casi me pongo contento dándome cuenta mientras el pobre Dani me miraba preocupado. Al fin sonriendo le dijo:
-Joder, me habías asustado. Pensé que era algo grave.
-No, yo por ti.- respondió relajándose.
-A mí me da igual. No hemos acabado muy bien. Como si la revientas a pollazos.
-Si en realidad paso de ella. No me da confianza. Me miraba con cara de asco y ahora viene tonteando, poniéndome morritos y calentándome la polla. Es que paso de líos.
-Haces bien. Total, te puedes follar a quien quieras ahora que estás libre.
-Pues sabes qué te digo, que con las niñas nuevas na de na, jajajaja- reí su comentario.
-Va, Luis. Ahora van de modosas. Dales un par de semanas y nos las estamos follando. ¿Qué te apuestas?
-Contigo pierdo seguro. Quita, quita.
-En serio. Tú sígueme la corriente el próximo jueves y ya verás. Ahn, y otra cosa- me dijo- si estáis mal mejor me pego a ti y me quito el marrón de tu amiguita.
-Lo que tú quieras…
Tenía cierta curiosidad truculenta por saber qué pasaría el jueves pero no pude comprobarlo. Durante el partido me hicieron una falta bastante fuerte. Temí que se me reprodujera el esguince del año anterior y al ver como me soltaban la pierna salté sin torcerme el tobillo ni golpearme la rodilla pero rodé de mala forma arañándome totalmente la rodilla, un codo, la cadera y un hombro. De primeras no me impidió terminar el partido aunque estuve un rato sentado en el banquillo con escozores. Pero salí un rato en la segunda parte a ayudar a ganar un partido que se enquistaba y con el sudor me escocía cada vez más.
Tanto fue así que no me duché en los vestuarios y me fui directamente a la residencia para ducharme y limpiarme las heridas. Cuando entré en la residencia me encontré de frente a Ángela que me miró asustada la rodilla y el codo:
-Pero ¿qué te ha pasado? Vienes hecho un cristo.
-Una mala caída jugando el partido y me ha dado cosa quedarme a tomar una cerveza sin curarme antes.-respondí explicándome.
-Pero si estás para ir a urgencias- dijo comprobando como mi rodilla sangraba.
-Anda ya, exagerada.
-Bueno, dúchate y vete a tu cuarto que busco el botiquín de la residencia y te ayudo a limpiar y curar esas heridas. Pero como lo vea feo te acompaño a urgencias.
-Ya verás que no es para tanto.
Pero sí que era, porque al quitarme la ropa ya con los músculos fríos tras el partido vi las estrellas al rozarme las heridas. Y ni os cuento cuando me cayó el agua y eso que evitaba el contacto directo haciendo que me cayera en otro lado y después resbalara por la herida limpiándome con una esponja que después tuve que tirar a la basura manchada de sangre.
Me envolví una toalla a la cintura y sin secarme me fui a mi dormitorio para intentar vestirme allí con más cuidado, pero en la puerta de mi habitación me encontré a Ángela acompañada de Sol y el botiquín.
-Me he traído a la enfermera- me dijo Ángela- ella lo hará mejor.
-Con dos semanas de clase no sé…
-Así practico, anda pasa y te sientas en la silla- dijo la estudiante de enfermería con tono maternal.
Pasamos al dormitorio y Marcos aprovechó para ir a ducharse tras preguntarme qué me había pasado pues no nos habíamos visto antes. Le expliqué a los tres la jugada y la caída mientras Sol me hacía sentarme en la silla.
-¿Por qué no me dejáis que me vista primero para no andar medio en pelotas con una toallita?- me quejé.
-Regla número uno de la enfermería: no curar con la ropa puesta para evitar roces y contaminación de la herida. Limpiamos, desinfectamos, cubrimos y después te vistes- explicó Sol con autoridad.
Obedecí dócilmente y me senté. La chica empezó observando primero la herida del hombro. Apenas era un arañazo pues la camiseta me había protegido algo la piel. Limpió con algodón y agua oxigenada y me dijo que esperara a que secara del todo antes de ponerme una camiseta.
De allí pasó al codo. Ahí había perdido capas de epidermis y por eso había sangrado más. Haciéndome apoyar la mano en el otro hombro para levantar el codo procedió a limpiarlo igualmente con agua oxigenada pero tras aplicar yodo me cubrió la herida con un apósito mientras me decía:
-Ésta te la tengo que volver a curar mañana. Vamos a la rodilla.
Se sentó en el suelo y miró mi rodilla. Entonces vi que su mirada inconscientemente se desviaba. Joder, me estaba viendo la churra y los huevos por el hueco de la toalla. Instintivamente tiré de la prenda para intentar cubrirme mientras que ella disimulaba limpiando la herida. Me sentí diferente de golpe. En otras ocasiones yo había provocado a las chicas en esas situaciones morbosas y ahora era yo el que se avergonzaba de que mi compañera de residencia viera mi desnudez. Pero no terminó aún mi pequeño calvario pues cuando terminó con la rodilla aplicándome otro apósito me preguntó si tenía más heridas.
-El resto ya las limpio yo- respondí.
-Pero ¿dónde las tienes?- preguntó mi enfermera observándome el torso y el costado.
-Da igual. Yo lo limpio.- insistí.
-Si tengo que devolver el botiquín tengo que esperarte igualmente- contestó Ángela.
Resignado respondí:
-En la cadera…
-Tienes que quitarte la toalla para que vea la herida- dijo Sol.
-La herida y el alma- respondí con ironía.
-Jajajaja, a Luis le da vergüenza que le veamos el pitirrín- rio Ángela.
Con cara de pocos amigos respondí secamente:
-Tú ya me viste la churra por los caprichitos de tu novia.
Ángela me miró con cara de pocos amigos entornando los ojos mientras Sol algo cortada por el comentario terció diciendo:
-Nadie tiene que ver nada. Ven. Túmbate boca abajo en la cama, y después te descubres solo la cadera.
La obedecí viendo su profesionalidad mientras ella me indicaba que me pusiera lo más cerca posible del filo de la cama. Cuando ya estuve colocado ella tiró de la toalla con cuidado para dejar a la vista sólo la herida y media nalga. Preferí no mirar. Pero como en realidad era un arañazo como el del hombro apenas tardó unos segundos y no puso apósito. Recolocó la toalla y se levantó diciéndome que esperara unos minutos a que se sacara también para vestirme. En ese momento regresó Marcos de su ducha y las chicas se despidieron hasta la cena pues ya se hacía tarde.
En cuanto salieron me puse unos calzoncillos sintiendo como me escocía aun la cadera e igualmente el hombro con la camiseta. Pero antes de pasar al comedor me fui a buscar a las chicas a su dormitorio para darle las gracias a Sol por su ayuda a pesar de lo borde que yo había estado.
Al llegar a la puerta estaba abierta así que mientras me acercaba pude oír algo de la conversación quedándome parado cerca de la puerta sin hacer ruido. Escuché la voz de Sol decir:
-Que corte, tía. Cuando me agaché se le veía todo por debajo de la toalla.
-Haber aprovechado.
-Uff, ¿qué dices? Además creo que se ha dado cuenta de que había mirado. Qué vergüenza. ¿Qué habrá pensado?
-Que eres una tía. Bah- decía Ángela- a los tíos les da igual que los vean.
-Anda ya. Yo creo que estaba cortado. Mira como se ha puesto con lo de la cadera.
-A lo mejor es que le gustas…-pinchaba Ángela.
-¿Qué dices? ¿Yo? Si no creo que se haya fijado en mí. Me ve sólo como amiga.
-Yo creo que no. Por eso estaba cortado. Y además, tú tan recatadita tapándole el culo.
-Sí tía, pobre…
-Haberte aprovechado, que tiene un buen culo jajajaja, y no uno de esos peludos…
No reconocía a Ángela hablando.
-Que bruta eres, jajaja. Sí que tiene buen culillo, jajajaj. Que lo que se le veía estaba muy bien.
-Pues ve por él…
-No, que con lo de su exnovia no creo que quiera nada.- se excusaba Sol.
-Búscalo por el sexo. A todos los tíos se le agarra por la churra y Luis no es una excepción…
-No sé tía…
Entonces hice ruido como que llegaba diciendo:
-¿Bajamos al comedor?
En la cena agradecí a Sol su comportamiento conmigo con sus curas y me disculpé por haber estado algo arisco pero me reconocí mal enfermo y un poco cortado por la situación. La chica se puso muy colorada escuchándome y no hacía nada más que quitarle importancia. Si ella supiera lo que yo había oído habría estado más cortada aún.
El viernes me quedé un buen rato en la cama por la mañana. La verdad es que las heridas me habían dado mala noche, las de hombro y cadera por escozor y las otras dos por dolor. Pero conseguí encontrar la postura para dormir sin que me molestaran. Después aproveché para ir organizando apuntes. Ese año no podía fallar con los exámenes y además tenía que aprobar todo de primeras para no tener que estudiar en junio ninguna asignatura del primer cuatrimestre y complicarme la estancia en Lieja.
Después quedé para comer con Miriam. Me puso la cabeza como una moto con chismorreos de la facultad pero yo la callé de la siguiente manera:
-Tengo un cotilleo gordísimo pero sólo te lo cuento si te callas.
Puso cara de sorpresa pero su curiosidad era tan grande que se calló y tuve un almuerzo más tranquilo. Cuando ya nos íbamos empezó a insistirme con que se lo tenía que contar. Nos fuimos a tomar un café y ya allí se lo tuve que decir porque si no mi amiga iba a reventar.
-Marta ha intentado enrollarse con Dani.
Los ojos de Miriam se abrieron como platos, se iluminó su rostro y salió de ella una sonrisa maliciosa para decir:
-Joder, está muy bueno, pero menudo cabronazo. Si lo odiaba…no lo entiendo.
-¿Está muy bueno?¿Eso es todo?
-Ya, ya sé. Que echaba pestes por la boca de él. ¿Y cómo lo sabes?
-Lo vi y me lo ha confirmado Dani.
-Que guarra, jajajaja. Eso es que quiere joderte.
-A mí me da igual. Como si se tira a toda la facultad.
-A Dani…joder, está fatal. Ella nunca ha sido de rollos.
-¿Estamos seguros?- pregunté con ironía.
-Tú sabrás- respondió- has estado dos veces con ella.
-Pues este verano que yo sepa se ha enrollado con dos tíos…-solté.
Miriam puso cara de incredulidad y después soltó:
-Qué guarra ¿no?
-¿Guarra por qué?
-No sé, jajaja. Por decir algo.
-¿Y cómo lo sabes?
-Pues porque la pillé. Con estos ojitos. Un tío de Madrid y otro de Logroño, que por cierto se veía buena gente el chaval…
-Pero ya no estabais.
-Claro.
-Y ahora Dani…que cabrona. Quiere picarte…
-Pues no lo va a conseguir. Oye, y cambiando de tema. ¿Tú qué?- pregunté.
-Yo qué ¿de qué?
-De que va a ser, de rollos, de tíos, de tías. No cuentas nada.
-Pues hijo, porque no hay nada.
-Porque no quieres. Te podrías follar al tío que quisieras.
-Ya sabes que mi primera vez tiene que ser especial. Ya lo intenté pero el chaval con buen criterio me frenó.
-Buen tío ese, jajajaja.
-Jajajaja.
-Pero ¿ya te has aclarado?
-No, sí. Yo qué sé. No he estado con nadie desde entonces.
-¿No te gusta nadie?
-Tanto como para hacer la locura de ir a por él, no.
-¿Y las tías?- quise saber.
-Ni me lo he planteado. Me salió tan mal con Ángela que no me atrevo a intentarlo de nuevo.
-Se te va a cerrar el chocho…
-Jajajajajajajajajaja, pero qué bruto eres. Para empezar tendrían que abrírmelo y no me veo preparada.
-Bueno, ya te saldrá algo.
Pensaréis que contarle a Miriam lo de Marta era una buena venganza a su intento de provocarme. Yo sabía que Miriam no se lo iba a guardar y que incluso la información llegaría a los oídos de la propia Marta. Ella había empezado la guerra provocándome con Dani. Y aunque me daba igual no estaba dispuesto a aguantar tonterías suyas durante el tiempo que me quedaba antes de irme de Erasmus. Esperaba que esto le sirviera de aviso y no buscara guerra.
Tras el café volví a la residencia. Me tiré un rato en la cama para revisar mensajes y ponerme al día con el móvil. Al rato y según le contaba a Pablo la caída jugando y me queja porque el arbitro no había sancionado a mi juicio suficientemente la falta con su tarjeta correspondiente llamaron a la puerta. Como estaba con unas calzonas respondí que pasara. Era Sol. Volvía con el botiquín.
-¿Cómo estás hoy? ¿Te ha dolido? Me encantan las prácticas, jajajaja.-preguntó sonriente mientras yo me levantaba de la cama.- A ver ese hombro- dijo soltando el botiquín en la mesa.
Se acercó a mí y apoyando su mano en mi pecho y mi espalda observó la herida del hombro.
-Esto está ya seco. Es un arañazo nada más. No hay que hacerle nada. A ver la cadera.
Sin poner las pegas del día anterior me bajé lateralmente la calzona y el calzoncillo mostrando la herida parte de la nalga y de mi pubis ensombrecido por el vello recortado.
-Perfecto. También está ya listo como el hombro. Siéntate que te miro el codo.
Coloqué mi brazo como la noche anterior y Sol sonriendo me quitó el apósito.
-Aquí sí hay que curar…
Limpió de nuevo la herida echando agua oxigenada. Me escoció bastante y me estremecí.
-Eso es bueno. Está limpiando. Vamos a esperar que seque y lo volvemos a tapar.-ella era la que hablaba y yo obedecía observándola.
Se sentó en el suelo y repitió la operación con la herida. Se había formado una costra pero era clara y mi enfermera negó con la cabeza.
-Se está infectando tenemos que retirar y volver a limpiar.
Me dolió cuando levantó la postilla para poder desinfectar la herida. Había un poco de pus. Yo me estremecí y además Sol puso cara de no gustarle lo que veía diciendo:
-Si mañana no mejora nos vamos a que te hagan una cura de urgencia.
Procedió a reponer los apósitos tras la cura y cuando se levantó le di las gracias con un abrazo. Noté que se ruborizaba. Me gustaba su inocencia. En otras circunstancias habría intentado algo con ella pero la veía como una chiquilla amable y algo inocente que no se merecía que alguien como yo se aprovechara de ella por echar unos cuantos polvos. No voy a negar que en este pensamiento había tenido mucho que ver el hecho de que Mónica me hubiera vaciado los huevos unos días antes.
Antes de salir me preguntó por qué planes tenía para el fin de semana y admití que ninguno. Ella me propuso salir esa noche con Ángela. Yo por mi parte me había comprometido en avisar a Miriam por lo que al final el plan fue sencillo: saldríamos los cuatro.
Las chicas no se arreglaron mucho pues con el toque de queda de la residencia no estaríamos mucho en la calle. La novedad es que en el primer bar en que nos paramos a tomar cervezas Miriam y Ángela se pusieron a cuchichear seguramente de Marta mientras que Sol y yo aburridos nos sentamos en la barra a hablar. Me contó como eran sus clases y me comentó que no terminaba de encajar con sus compañeras de clase. Yo le dije que por su carácter me extrañaba pero ella reconoció que se sentía más a gusto con nosotros. Después con cierta confidencialidad me preguntó lo siguiente:
-Ayer dijiste algo de la novia de Ángela. ¿Novia?
Estaba claro que mi amiga no le había contado su tendencia sexual, pero tras mi última charla sobre el tema con ella y haberle visto su perfil en la app no me atreví a contarle que era lesbiana. Quizá le pudiera incomodar por la intimidad de cuarto. Así que para evitar malos rollos para las dos le expliqué:
-Ángela está en cuestionamiento de su sexualidad, y el año pasado salió con una chica.
-Ahn- me dijo cortada- ¿Y eso de que tú posaste desnudo?
Tragué saliva y di un sorbo a mi cerveza y traté de explicarle:
-La novia de Ángela era muy particular y estudiaba bellas artes. Quería pintar a un chico desnudo y puso carteles por las facultades. Ángela tenía miedo de que fuese una excusa para ponerle los cuernos y me pidió el favor de que yo posara pues de mí sí se fiaba.
La chica me escuchaba con los ojos como platos por la estrafalaria historia que yo le contaba. Para rematar lo atónita que estaba rematé:
-Al final pasé la vergüenza para nada porque descubrió que le había puesto los cuernos con varios tíos.
-Joder, pobre Ángela. Bueno y tú, ¿qué corte no?
-A mí que una chica me vea desnudo no me da vergüenza, pero posar es otra cosa.
-Perdona, que ayer a lo mejor te sentiste incómodo conmigo.- se disculpó.
-Es que no es lo mismo que te vea una desconocida a que te vea una amiga tuya que además es muy bonita.
Casi se ilumina la instancia de cómo se encendieron sus mejillas. Un minuto después ya me había arrepentido de lo que acababa de decir tras un silencio incómodo. Le estaba dando pie a algo que no quería provocar. ¿Y ahora cómo lo arreglaba?
La conversación de la noche del viernes me dejó cortado conmigo mismo por expresar pensamientos inapropiados aunque no falsos. La niña me parecía preciosa. Pero hay muchas niñas preciosas y yo desde luego no voy detrás de todas. Pero el problema con ésta era el roce permanente. Ese pensamiento me hizo cambiar de planes el sábado y quedar con compañeros del equipo para salir. Aunque tampoco fue un plan afortunado pues tras un rato de cerveceo entramos en un pub donde se dedicaron al buitreo descarado de todas las chicas que había, campo donde precisamente no me desenvuelvo bien.
La cura del sábado había sido tensa por mi parte, no queriendo dar a Sol la idea errónea que se me había escapado la noche anterior. Para suerte mía ya no había infección, de modo que mi enfermera particular me recomendó dejar las heridas al aire y sólo cubrirlas cuando me vestía con manga larga. Así que se acabaron las curas.
Bueno, las curas sí. Pero las visitas de Sol a mi dormitorio no. El domingo por la mañana me buscaron para desayunar y tras la comida se me plantó en mi dormitorio con la excusa de ver las heridas, aunque el día anterior me había dicho que ya no era necesario, y se quedó sentada un rato dándome conversación sobre lo que había hecho la noche anterior. Había quedado con compañeras de clase. Entonces Ángela ¿con quién había quedado? Se lo preguntaría en la cena.
La chica en mi cuarto no me incomodaba en sí misma salvo por el hecho de que yo interpretaba que no era una visita de amiga. Pese a no haber ninguna insinuación de nada su charla sobre sus amigas y los pubs que había visitado, algo absolutamente irrelevante para mí, estaba claro que en ella era una excusa para pasar el rato conmigo. Me iba a tocar tener una charla con ella para explicarme mejor antes de que el daño fuese mayor.
Pero no sabía como afrontarlo sin parecer cruel, ni un salido, ni un ser sin corazón. Pensé que a lo mejor podría evitar la charla enfriando algo el contacto. Entre semana intentaría reducir el vernos sólo a la cena aunque ello también suponía ver menos a Ángela que tenía un comportamiento algo errático y desconcertante últimamente. Sus experimentos salían mal. Ya le había pasado con Karina pero parecía no haber aprendido la lección. Aunque yo tampoco era el más adecuado para decírselo.
El martes sacié mi curiosidad con Dani. Pero tampoco quise parecer ansioso por saberlo. Afortunadamente no hizo falta que le tirara de la lengua pues él mismo vino con cierta emoción a contármelo.
-Que pena que te fueras el jueves después del partido- comentó tras el entrenamiento ya en privado.
-Ya pero no veas las heridas. He tenido que hacerme varias curas.
-Ya, ya. Sí,la caída fue chunga.
¿Y qué pasó?
-Vaya bombón…
Me alarmé por su comentario pues ¿se refería a Marta?
-…tío, una chavala nueva que ha venido. Espectacular. Joder cuerpo de modelo. Casi 1,80…
-Me viene grande…
-…jajaja, a mí no. Pero escucha. 90-60-90, que pelos, que melena castaña-rubia larga. Puff se me pone dura recordándola. Me pasé toda la noche hablando con la niña. Eso sí, un poco pava. No creo que tire mucho la jaca. Pero qué barbaridad. Llevo obsesionado con ella desde el jueves.
-Pero ¿te enrollaste con ella?
-Que va. Ni se me sentó al lado ni nada. Toda la noche de pie charlando. Pero vamos que le gusto a la niña, pero yo creo que le falta vidilla. Bueno, había otro problema. La amiga no se separaba.
-Y es bajita, gorda y fea…
-Que va, es una morenita delgadita monísima. Vamos que también tiene su polvo, pero no se separa de la amiga. Así que se me ha ocurrido una idea. El próximo jueves le damos cancha a ver si caen.
-Tú sabes que yo no soy mucho de llevármelas así de calle.
-Tú estás tonto. ¿Y como te tiraste a Blanquita?
-Lo ponía fácil.
-Sí, que zorra, jajajaja. Pero ya te digo yo que estas caen.
-¿Y Marta?- pregunté al final.
-Ni la vi. Yo es que estaba concentrado en otra cosa…
Vaya. Ahora me arrepentía de haberle contado a la chismosa de Miriam lo de Marta. Lo lamentaba y sobre todo que Marta pensara que yo seguía pendiente de ella. Tenía que aprender a controlar mis impulsos y en pocos días me había equivocado dos veces, con Miriam y con Sol.
Con respecto al plan de Dani no me desagradaba. Era exactamente lo que necesitaba. Rollos sin compromiso. Y él era el maestro en dejárselo claro a las niñas y llevárselas al huerto. Ya veríamos.
Por otra parte ver a Sol solo en las cenas parecía que funcionaba. La chica seguía siendo igual de amable y de atenta conmigo pero al no encontrarme casi nunca en la habitación sin que ella sospechara que la estaba evitando hacía que yo quedara bien sin complicarme. Incluso relacioné el plan de Dani con ella. Si se enteraba que yo tenía un rollete seguramente perdería su interés en el “delicado” Luis que llora por una novia perdida y hay que curarlo.
Así que el jueves durante el partido comprobé que me sentía bien, cómodo y hasta tenía cierto gusanillo en el estómago de curiosidad por conocer a las amiguitas de Dani. Aunque en realidad después pensé que si las niñas eran tan cortadas y Dani precisamente era el que no lo hacía, cortarse quiero decir, a lo mejor las había espantado. Aunque con su cuerpazo, su labia y ese mismo descaro le había conocido muchos triunfos, eso sí, femeninos y masculinos.
El partido, gracias a la debilidad del rival fue fácil. Goleada amplia aunque yo no conseguí mojar a pesar de haber disparado varias veces. La herida de la rodilla me molestó al estirar la postilla aunque afortunadamente no llegó a abrirse y volver a sangrar.
Tras pasar por las duchas nos fuimos al pub de las reuniones postpartido. Y Dani se quedó algo cortado porque no vio a su modelo. Pero no habíamos terminado de pedir la primera ronda cuando se acercaron dos chicas a saludar a Dani. No había duda de que eran ellas. Como decimos en mi pueblo, menuda jaca. Martina, que así se llamaba era algo más alta que yo, vestida con unos vaqueros y una sudadera sencilla sus curvas se delataban en las caderas que enmarcaban un culo apretado en el vaquero hasta el que casi llegaba su melena lacia que por delante enmarcaba una cara de porcelana fina con ojos grandes, mejillas sonrosadas con alguna pequilla y unos labios finos de un tono pálido. Bajo la redondez de sus pechos, que abultaban la sudadera se adivinaba un vacío entre la convexidad de sus tetas y la concavidad de su vientre plano, probablemente hundido entre sus portentosas caderas.
La belleza de Ana, que se llamaba su amiga, quedaba eclipsada por semejante bellezón. Y es que la chica, casi media cabeza más baja que su amiga, habría destacado de no ir acompañada por la modelo. Pues, a pesar de ir vestida del mismo modo que su amiga, era algo más baja que yo y delgadita. Con un culo estrechito de caderas sutiles, muy bien puesto aunque semioculto por la sudadera, pero en ella destacaban sus ojos oscuros enmarcados en una melena morena de española guapa igualmente lacia, sobre un rostro aun moreno del verano con labios gruesos y naricita respingona, y su pecho, proporcionalmente más abundante que el de su amiga contrastando con su delgadez.
Vistas juntas eran a la vez tan iguales como diferentes. La misma estética, las mismas buenas formas, pero la palidez frente al moreno y la contención del cuerpo de modelo de piernas largas de Martina, frente a la contención de caderas de Ana que parecía querer disimular su delantera.
Y digo esto porque cuando se acercaron me pareció increíble lo que Dani planteaba ante dos chicas tan distintas a las que generalmente habíamos sobado en los años anteriores. Dudé que Dani y yo pudiéramos llevárnoslas al huerto a la vez, y especialmente yo a Ana. Pero al presentármelas noté algo sorprendente, ellas estaban más cortadas por conocerme que yo a ellas.
-Chicas, aquí os presento a Luis, el alma del equipo.-dijo Dani.
-No exageres- me quité importancia.
-Ana y Martina- dijo Dani mientras le daba dos besos a cada una- son compañeras de la facultad y tenían interés en conocer al equipo.
-Bueno- dijo Ana- en la facultad desde el primer día nos hablaron de los partidos y de estas fiestas de después. Que habéis ganado una liga y el año pasado casi y teníamos curiosidad por verlo.
-¿Y nos habéis visto jugar?
-La semana pasada y ésta- respondió la chica- Vimos cómo te caíste pero parece que ya estás bien.
-Bueno, tengo la rodilla todavía dolorida pero por fortuna no me hice mucho daño. El año pasado estuve una temporada sin jugar por una lesión y temí que se repitiera.
-Pobre- respondió la chica, más espabilada que su amiga.
-Y pobre el equipo. Notamos su ausencia.- me alabó Dani.
Seguimos un buen rato hablando en el que Martina casi no abría la boca. Era muy guapa pero muy tímida. Aunque me pareció percibir en ella cierta admiración por Dani. En cierto modo eran dos pollitas de 18 años charlando con sus compañeros “ídolos” deportivos de 20 y 23 años. Pero así no funcionaba la táctica de Dani que buscó la manera de hablar más a solas con Martina.
Evidentemente había un interés en la chica por el capitán del equipo, pero a diferencia de otras que se soltaban más estaba de pie rígida y cortada sólo riendo a ratos alguna gracia de Dani. Por su parte Ana resultó ser una chica más abierta, y como yo no le estaba tirando la caña descaradamente sino charlando abiertamente del equipo, la facultad, algunas asignaturas y profesores, se la notaba más relajada cuando nos sentamos en un sofá, al que se nos agregaron las chicas sosas con las que había estado charlando dos semanas antes que seguramente ya habían pillado la dinámica de aquellas reuniones y estaban molestas por como Ana monopolizaba mi tiempo.
O algo así pareció pues se nos presentaron coincidiendo que eran compañeras de clase de mi interlocutora. Pero la misma que se había molestado en la anterior ocasión cuando yo había apoyado su mano en su muslo fue la que más se me pegó agarrándose a mi brazo y no dejaba de sobarme éste y la pierna. De no haber estado Ana presente seguramente habría tenido mi ración de culo y muslos pero no me pareció correcto con ella delante, que me resultó mucho más interesante que aquellas otras chicas.
Cuando llegó mi hora de irme para entrar a tiempo en la residencia se lo avisé a la chica que tras mirar la hora dijo que ella también se iría con su amiga. Dani se quedó descontento con la marcha y al saber que las chicas compartían piso cerca de la residencia propuso que un jueves me quedara a dormir en su casa para poder seguir la marcha. Aunque mi recuerdo de su casa no era el mejor precisamente no quise rechazar su propuesta que dependería al final más de las chicas que de mí.
De camino al piso de las chicas dejando a Dani en el pub irlandés seguimos charlando, aunque Martina apenas abrió la boca. Era muy cortada. Estaba seguro que Dani no iba a ser capaz de abrir aquella almeja.
Por cierto, Marta ni apareció.