ROCÍO PRIETO VALDIVIA

Entro a la recámara y me encuentro con mi madre sonriendo.

Madre amaba las flores, la lectura.

Ella es un mar que me arrastra por su ausencia.

La navidad llegó  a la ciudad de nuevo, la algarabía, las luces de colores, los inflables diciendo adiós por las avenidas, el rojo escarlata abunda en mi Ensenada.

Madre amaba estas fechas, tostaba la harina, la melaza era una delicia.

Papá Rafael venia con provisiones y  nos alegraba la vida.

Ahora  no los  tenemos  pero ellos nos ven desde un punto del lienzo celeste

somos sus niños convertidos en ellos.

Madre es una mujer que no se olvida, padre Rafael fue la guía, la sonrisa y la mano que nos alimentó

hasta el último día de su longeva existencia.

Llegó  de nuevo la época decembrina y nosotros y la ciudad se vuelve un arca de alegría.

Para encontrarnos bajo el árbol, y sorprender a los hijos y verlos sonreír como lo hacíamos nosotros en aquellos fabulosos días.

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