SERGIO CANEVA
Fundidos en un beso, nos sorprendió la cena,
era una charla amena… que un vino atemperó,
el calor de la hoguera, templando fue las venas
y en profunda pasión… nuestros cuerpos sumió.
Casi instintivamente, nos fuimos acercando,
nuestras manos buscaban el podernos tentar…
traspasar la frontera, esa que nos pusimos
y que siempre, un buen vino, la hizo claudicar.
El ego nos llevó a absurdas discusiones…
no entendiendo razones, el amor se dañó,
tontamente callamos lo que por dentro urgía
un espiral, sin salida, nuestra vida hostigó.
El frío, poco a poco… fue ocupando espacios,
el desinterés, con su manto, la almohada secuestró,
desplegando intangibles miradas de reojo,
en altas madrugadas, que el sol… ¡nos sorprendió!.
Pero hoy un buen vino… nos sumió nuevamente,
en esta charla amena, que nuestras venas templó
y dejamos de lado, los egos, los pecados,
fundidos en un beso… que traía “Perdón!