MOISÉS ESTÉVEZ
No era muy hablador, pero en los últimos días se había mostrado más
hermético de lo normal. María lo achacaba a la incertidumbre que podría tener
en su futuro profesional y su inquietud por querer estar ocupado, trabajando,
así que decidió darle espacio y tiempo.
Llegó de la oficina algo cansada, quemada más bien, y encontró a
Vincent sentado en ‘el sillón de leer’ con una novela en las manos y una copa
de vino en la mesita auxiliar, lo que despertó en ella un sentimiento de envidia,
sana, por supuesto.
- Hola Vinc. No te veo nada mal. Te lo montas de miedo – Bromeó.
Vincent sonrió y se levantó para darle un beso y servirle una copa – La
verdad es que no me quejo. ¿Cómo te ha ido el día? – - ¡Puf! Agotador. Ha sido intenso, muy ajetreado, con muchísimas
llamadas de clientes que atender, dos reuniones con lo jefazos… en fin,
tampoco voy a aburrirte. Estaba deseando de llegar y desconectar hasta el
lunes – - Me parece perfecto. Empecemos con un brindis. Por nosotros y
nuestro ‘weekend’ – - Por ti – Dijo María alzando la copa – Y gracias por todo –
- ¿Gracias? ¿Por qué? –
- Pues por estar a mi lado. Mi reencuentro contigo ha sido de lo mejor
que me ha pasado en mucho tiempo, y hacía bastante que no me sentía tan
bien, tan feliz, y mucha culpa la tienes tú – - Vale, lo siento, te pido perdón – Bromeó Vincent.
- Perdonado –
- El sentimiento es mutuo – Dijo él al tiempo que le quitaba la copa de las
manos para darle un apasionado beso. De ahí pasaron a gestos más
desenfrenados, lo que convirtió el momento en un frenético e intenso acto
erótico-amoroso que culminaron en la cama por dos veces…