ANA MARÍA OTERO
El olor, el sabor de un momento que pasó.
No, claro que no está extinto.
Sólo en una esquina resguardado.
Eficazmente protegido
y a salvo del ingrato olvido.
Porque, ¿quién desea perder
lo más valioso que tuvo una vez,
o malgastar la fuerza
que permite confiar
en que indiscutiblemente
algún día todo retornará?