MOISÉS ESTÉVEZ
Le obligaron a sentarse en el sofá, junto a sus zapatos, vago recuerdo
que enseguida se desvanece en el desván de su memoria. Lo que no olvidaría
jamás era lo que allí, aquella chica de ojos tristes le confesó…
Un amor marchito, un espejismo propio del desierto en el que un oasis
ante nuestros ojos de repente desaparece, mostrándonos la cruda realidad.
Hoy desde prisión, se pregunta en qué preciso instante aquel hombre
que deseó de manera incondicional e infinita se convirtió en una máquina de
maltratar, por qué y cómo. No encontraba respuestas, pero lo que si tenía claro,
es que era la vida de él o la suya…