MOISÉS ESTÉVEZ
- He pensado que podríamos coger unos días de vacaciones. –
- Tiene gracia que me digas eso. –
- ¿Por qué? ¿Que tiene de gracioso?
- Porque sería yo quien tendría que coger los días, tú estás siempre de
vacas. – María dijo aquello con un tono cariñoso y guiñándole un ojo. - Bueno, entiéndeme. Lo que en realidad quiero decir es que me
gustaría que hiciéramos un viaje, una escapadita como la que hicimos a
Sevilla, aunque esta vez saldríamos de España, a un pueblecito en el que he
estado un par de veces y que echo de menos. Me haría mucha ilusión que lo
conocieras conmigo. Por cierto, mi jefa eres tú. – Vincent le devolvió el guiño.
María sonrió, se acercó a él y se colocó a horcajadas sobre sus piernas,
obligándolo a apartar la novela que tenía en sus manos y que leía sentado en
el ‘acogedor rincón de lectura’ del apartamento. - Eres un sol, y me muero por ir a donde sea contigo, y que me enseñes
ese sitio tan especial para ti, pero dudo que en el trabajo me faciliten la
historia.- - No tiene por que ser ahora. Habla con tu jefe y le dices que quieres
una semanita, para cuando a él le venga bien, y en el momento que pueda ser
nos largamos. Yo me encargo. – - Tú te encargas de… –
- Pues de sacar los billetes y de buscar alojamiento, tontita mía. –
- Me parece un plan muy atractivo y además me está picando la
curiosidad y estás despertando mi gen viajero, que estaba algo aletargado
últimamente. Está bien, se lo comentaré a ver que me dice. ¿Y qué lugar es
ese? Me tienes un poco intrigada. –
Vinc, en principio, quería darle la sorpresa, pero al ver la cara de ella y
sus continuos gestos de cariño con la intención de convencerlo de que le dijera
a donde quería llevarla, se lo dijo. - Iremos a Fjälbacka, un pequeño pueblo costero al oeste de Suecia…