ROCÍO PRIETO VALDIVIA
Volvemos al inicio de los tiempos cuando éramos una célula.
Y las veredas eran infinitas.
Tú con mi imagen pegada a la pupila y yo una soñadora.
Las rosas marchitas, la tierra en tu rostro.
Polvo éramos, hasta que llegó el tiempo de ver la luz y esa luz es la infinidad para recordarte hoy.