MOISÉS ESTÉVEZ
Le saltó el buzón de voz, – Hola Robert, soy Eric. Cuando puedas te
pasas por mi despacho. Tengo novedades. Un abrazo.- Su intención era
decírselo por teléfono, pero no le agradaba la idea de dejar grabado ningún
mensaje referente al asunto de su esposa, por lo que decidió en el último
momento que sería mejor hablarlo cara a cara.
- Señor Larsson, el señor Fox acaba de llegar. –
- Dile que pase, por favor, y no me pases llamadas en media hora. –
- Entendido señor Larsson. –
- Gracias Mary. –
Robert entró sentándose directamente si tan siquiera dar los buenos
días. Estaba alterado, e impaciente por lo que Eric tendría que decirle. Éste
servía un par de bourbones de espaldas a su viejo amigo. - Tu mensaje decía que tenías algo. –
- Hola Robert, yo también me alegro e verte. Te noto un tanto nervioso. –
- Es que esto se está dilatando más de la cuenta. Esperaba que se
solucionara rápido. Supongo que se me nota. – - Así es, y lo que tengo que decirte me temo que no te va a gustar. –
Robert se bebió el bourbon de un trago dispuesto a digerir lo que Eric le
contara. - Mi hombre me dice que le ha perdido el rastro a tu mujer. –
- ¿Cómo? Eso no es posible. –
- Cuándo la viste por última vez. –
- Ayer me dijo que iría a visitar a su hermana a Washington, y que
estaría fuera un par de días, por lo que entiendo que seguro andará por aquí
con ese amiguito suyo. – - Pues por lo visto ni aquí, ni en Washington… De todas formas, le he
dicho que le dedique un par de días más al asunto, y creí que debías saber lo
que tenemos por el momento. –
El corazón de Robert empezó a latir más deprisa. Ni siquiera las ultimas
palabras de Eric lo tranquilizaban. – ¿Se ha centrado tu hombre en los lugares
que te dije que frecuentaba Rachel, además de los que mi detective
descubrió?. – - En efecto. – Y nada, pero ya te digo, démosle unas horas a ver que
puede hacer y con lo que sea damos el siguiente paso. – - ¡No me jodas Eric! ¡Sólo acepto una situación… que desaparezca de
una vez por todas! –