ESRUZA
Súbitamente, vino a mi memoria su imagen. -aunque nunca lo he olvidado-. Recordé el momento en que fuimos presentados; estrechar su mano, esa mano firme, cálida y segura. Fue atracción a primera vista porque, el amor a primera vista no existe.
Amor es convivencia, conocimiento de la persona con aceptación plena de sus cualidades y defectos. Eso vino después, con el trato. Estábamos predestinados.
Recordaba esos ojos color miel llenos de ternura y amor, me envolvían con su mirada y casi volvía a sentir esos brazos fuertes y cálidos estrechando mi cintura llenos de pasión; era un placer intenso sentir su cuerpo cuando me abrazaba y besaba con tanto amor, y yo acariciaba su pelo negro y sedoso.
Pero, él se fue al infinito, y antes de irse, porque así lo decidió, mi indecisión para unir nuestras vidas nos había separado.
Algún día volveremos a encontrarnos y no habrá barreras que puedan separarnos. Volveré a ver esos ojos color miel que tanto me inquietaban, y a sentir esos brazos fuertes, firmes, que me daban seguridad abrazando mi cintura, y su cuerpo cálido junto a mi…¡algún día!
Sólo hay que esperar, y volveré a escuchar esos pasos seguros, gallardos, atravesando el pasillo antes de llegar a mí. Los conocía perfectamente.
El no me hería nunca, me amaba tanto como yo a él. Amor inconcluso por la indecisión, siempre le amé, incluso muchos años después de que se fue, y él lo sabrá donde está porque lo que se ama realmente, nunca se engaña, sólo me queda el remordimiento de la indecisión; pero fue un amor tremendamente fuerte e inolvidable. Dicen que el primer amor nunca se olvida, y es cierto.
En el infinito, su estrella alumbra mi camino, y, en mis noches de tristeza le dejo saber lo que me atormenta, sé que me comprende.