MOISÉS ESTÉVEZ
Habían quedado en la misma cafetería dos días más tarde. Esta vez fue
ella la que llegó antes, posiblemente por el estado de nerviosismo e
inseguridad que la embargaba. Miró su reloj y ya pasaban más de veinte
minutos, por lo que avisó al camarero con un gesto educado para que se
acercara.
- Hola, ¿le sirvo algo? –
En ese preciso instante Eric entraba en el local, cerciorándose donde
Rachel estaba sentada y que le estaban tomando nota. - Un café sólo, bien cargado. –
- Hola. Lo mismo para mí. – Dijo a la vez que tomaba asiento – Gracias. –
- No hay de que. Enseguida estarán. –
- Siento el retraso, pero tenía que cerrar un asunto antes de venir y se
me ha echado el tiempo encima. – - No te preocupes. –
- ¿Cómo estás? ¿Has pensado en lo que estuvimos hablando? –
- Como para no hacerlo. Por lo visto, mi vida está en juego. – Dijo Rachel
sarcásticamente. - Perdona. Que pregunta más idiota. –
- No he parado de darle vueltas, la cabeza me va a estallar y no consigo
centrarme. No puedo creer lo que me está pasando. – - Es lógico. –
- Creo que llevas razón, lo mejor sería que me fuera. Estas últimas horas
he notado a Robert algo distinto, bastante raro en su comportamiento, y no me
gusta nada. – - Entiendo. Ayer me llamó muy excitado e impaciente. Quería una
respuesta inmediata por mi parte a lo que me ha pedido sobre ti. – Dijo Eric
eufemísticamente para no hacer más sangre en la herida emocional de Rachel. - ¿Y qué le dijiste? –
- Poco. Le di largas argumentando que estaba a la espera de que la
persona que íbamos a contratar para el encargo nos hiciera un hueco.
Hipotéticamente claro, ya que esa persona no existe en medio de todo esto. – - ¡Joder! Esto es muy fuerte. –
- Lo sé. Bueno, tranquila. Te traigo algo tangible. Tengo preparados un
pasaporte y un billete de avión sólo de ida, más unos cuantos dólares en una
cuenta que te he abierto. Todo para que puedas empezar de nuevo. – - No se que decir. –
- Pues di que sí, es lo mejor para ti. Por cierto, ¿qué hay de tu
‘amiguito’? – - No sabe nada, y creo que no sería buena idea que se enterara. –
- Vale, estoy de acuerdo. ¿Que te parece Tahití? –