MOISÉS ESTÉVEZ
- Robert me ha pedido ayuda para deshacerse de ti. –
- ¿Cómo dices? – La cara de asombro de Rachel superaba lo
imaginable. – Pero… –
Eric hizo un ademán con la mano a modo de ruego para que le dejara
terminar lo que empezaba a decir. Tenía intención de ir suavizando las primeras
palabras y a la vez la situación, aunque no tenía más remedio que ser claro y
conciso al principio. - Quiere que utilice mis contactos para contratar los servicios de un
sicario para matarte. –
Rachel tuvo que llevarse las manos a la boca para ahogar un grito de
terror y al mismo tiempo sintió una punzada en el estómago que casi la hace
vomitar, pero en vez de eso, empezaron a asomarle unas incipientes lágrimas
en los ojos. No podía imaginar que su marido fuera capaz de algo así. - Por muy miserable que la gente piense que puedo ser, y la cantidad de
cosas que haya podido hacer a lo largo de mi vida, de las que en su mayoría
no me vanaglorio, tengo mis límites. Es complicado, intenta tomártelo con
calma. Entiendo que es muy difícil, pero estoy aquí para ayudarte, y creo que lo
que tengo pensado puede ser una solución factible. –
Con un llanto silencioso pero más pronunciado, apenas si pudo
preguntar… – ¿Y qué has pensado? –
Eric le ofreció el pañuelo que siempre llevaba en el bolsillo de su
americana, blanco, personalizado con un bordado. – Mi idea es que
desaparezcas. Si no soy yo el que le ayuda a llevar a cabo sus planes, lo
intentará por otro lado o de otra forma. Si no eres feliz con él y no te importa
romper con todo, haré uso de mis ‘recursos’ para ayudarte. Saldrías del país,
empezarías de cero. Una nueva vida, fuera de todo peligro. Creo que es lo
mejor, y te aprecio lo suficiente como para ser cómplice de algo que pueda ir
en tu contra. Pienso que el cornudo de tu marido, mi amigo, ha perdido la
cabeza, y no pienso complacer a un loco por mucho que nuestra amistad
venga desde la niñez. Además, te repito, mi aprecio por ti roza el cariño y no se
me pasa por la mente algo así. Te considero mi amiga, aunque te conozca por
ser su esposa. – - Pero cómo. Esto es una locura. No tengo dinero para hacer lo que me
dices, es precipitado, y ademas, ¿a dónde iría? – Rachel no encontraba
consuelo a pesar de las palabras de Eric y sus afectuosos gestos. – - El lugar es lo de menos siempre que él no pueda encontrarte. No
tienes mucho tiempo para decidirte, pero piensa que es cuestión de vida o
muerte…
Aguardo la continuación….
Me gustaLe gusta a 1 persona