ANA MARÍA OTERO
No, no fue una mentira,
sólo media verdad.
Un oportuno modo
con el que endulzar
la amarga realidad.
Por favor, no reproches mi acción
pues no lo merece la intención,
que no fue otra que la de,
ya que era inviable
por completo evitarlo,
en la medida de lo posible,
causar el menor dolor.