MOISÉS ESTÉVEZ
El miedo la atenazaba. Sus músculos se contrajeron, en un acto reflejo
imposible de controlar. En posición fetal sudaba en la cama cuando el reloj
digital, vigilante y testigo desde la mesita de noche marcaba las cuatro y cuarto
de la madrugada.
Intentó moverse y no podía, entre despierta y dormida, entre sueño y
realidad, a medio camino de encontrarse con Hipnos, no recordaba la
pesadilla, aunque si tenía la certeza de que había sido terrible y espantosa.
Cómo podría abrir los ojos y sin embargo no podía mover el resto del
cuerpo. Volvió a intentarlo y nada. Una sensación de impotencia empezó a
embargarla, sensación que se mezcló con aquel miedo, provocando un efecto
sinérgico que hizo que su mente llegara a un clímax fatal.
De repente percibió sonidos provenientes de la cocina, en la planta baja,
como si alguien hubiera abierto la puerta trasera de la casa que daba al jardín.
Intentó gritar pero enseguida notó que el sonido se ahogaba en su interior.
Pasaron segundos que le parecieron minutos cuando por fin su brazo izquierdo
respondió a los estímulos de su asustado cerebro, alcanzó su iPhone y
comenzó a marcar.
- 112 Madrid, ¿en qué puedo ayudarle?
- ¡Creo que alguien ha entrado en mi casa!