ISA HDEZ
Relataba una y otra vez aquel recuerdo de su infancia donde se veía sentada en el alféizar de la ventana contemplando la montaña por donde se ocultaba el sol cada tarde, y desde su más severa soledad divisaba su universo henchida de ilusiones, utopías y espejismos a realizar en el tiempo, cuando fuera mayor. Los destellos la siguen deslumbrando, y en el ocaso de su vida aún siguen quimeras guardadas en el rincón de sus adentros. Soñaba con un mundo lleno de albor, júbilo y paz y, mientras el sol se despedía, ella enumeraba sus deseos con la convicción de hacerlos realidad, pero la penumbra sobrevino y la sumió en las sombras de la noche, hasta que un nuevo amanecer atisbó un rayo de esperanza que quizá hagan realidad sus fantasías. ©
Muchas gracias.
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