MOISÉS ESTÉVEZ
Le sorprendió ver como su compañero de tan censurable profesión
recogía a la chica del trabajo, y tras pasar por su casa, se dirigían a la estación
de Atocha.
- ¿A dónde coño iban? – Se preguntó. Tuvo que hilar fino para conseguir
un billete con el mismo destino y así no perderlos de vista. Qué irían a hacer en
Sevilla. No dejaba de ser desconcertante la actitud de aquel ‘profesional’. Aún
así, sería paciente y no dejaría de observar sus movimientos, al fin y al cabo,
para eso le pagaban.
A escasos veinte metros de la pareja, en uno de los andenes, antes de
subirse al tren, informó telefónicamente a su cliente de los últimos pasos de
Vincent.