AKUARIES

Samanta entró en su casa, las luces del salón estaban apagadas y no había nadie, pasó a la zona de habitaciones y vio luz en la de sus padres, no escuchó ningún sonido sospechoso, no se podía imaginar llegar a ver a sus padres haciendo alguna “cosa” y llamó a la puerta, la voz de su padre le dijo que entrara, tenían las luces de las mesitas encendidas, su padre miraba la televisión y su madre leía un libro mirándola por encima de las gafas.

SAMANTA: Buenas noches, mañana os vais a mover de casa.

Su padre levantó las cejas mirando a su madre.

SU PADRE: Yo saldré a buscar el diario y volveré.
SAMANTA: Pues las llaves del apartamento de la playa son mías por todo el día.

Fue cerrando la puerta sin esperar una respuesta.

SU PADRE: ¿Tú sabes algo del chico con el que va?, ¿llevan mucho tiempo?
SU MADRE: Llevan cinco minutos nene, no han tenido tiempo a más.

Los dos rieron mientras ella acababa de cerrar la puerta con una sonrisa. Entró en su habitación y se estiró en la cama, sacó el móvil y le hizo una foto a sus dedos aguantando unas llaves que se la envió a Víctor. El abrió el mensaje viendo la foto sin entender nada.

VICTOR: “¿Y eso?”
SAMANTA: “Eso, son las llaves de nuestro paraíso mañana, si quieres visitarlo conmigo te espero en la puerta de mi casa a las 8 de la mañana.”
VICTOR: “Allí estaré puntual preciosa. Buenas noches.”
SAMANTA: “Buenas noches guapo, descansa.”

Ese «descansa» a Víctor le hizo pensar que al día siguiente iba a follar como un cabrón. Samanta cuando se lo envió, pensó, espero que coja la indirecta y mañana esté fresco para mí. Se estiró en la cama mirando al techo respirando hondo pensando en aquella tarde, bajó una mano metiéndosela por debajo de la falda tocándose el coño, tenía las bragas mojadas toda la tarde, se levantó, se fue al cuarto de baño y dejó en el cesto de la ropa sucia toda la ropa que llevaba puesta, se dio una ducha rápida y salió desnuda para ponerse el pijama, estaba a punto de meterse en la cama y le vino un pensamiento que le hizo levantar la cabeza y abrir mucho los ojos: “A Víctor le gustarán más las braguitas o los tangas”, abrió el cajón de las bragas buscando seleccionando tres de las que al día siguiente en el momento de ponérselas se decidiría por unas.

La mañana siguiente se probó un vestidito que le gustaba como le quedaba el escote, era más elegante sin sujetador y así se lo puso, se calzó unos zapatos que le quedaban bien y se miró las tres bragas que había seleccionado, unas eran normales, a lo mejor él piensa que soy demasiado clásica pensó, las otras un tanga, llevar todo el día la braga metida por el culo le pareció demasiado incomodo, no le gustaban los tangas, al final cogió y abrió con sus manos unas que se le metían un poco por debajo pero que al llegar a medio culo se abrían cono unas normales, el punto intermedio pensó y las abrió para meter los pies con los zapatos puestos y subírselas colocándoselas bien con un par de movimientos adelante y atrás soltando la goma en sus caderas, se apaisó la falda del vestido con las manos y salió con un bolso y algo para taparse si tenía frio. Se despidió de sus padres que estaban desayunando.

SU PADRE: ¿No desayunas cielo?
SAMANTA: Ya lo haremos por el camino.
SU MADRE: Se alimenta de amor cariño, no la ves como está.

Se alejó para salir por la puerta escuchando algunos comentarios graciosos de sus padres. Cuando llegó a la calle Víctor ya la estaba esperando, se subió al coche echándole un vistazo como iba vestido él, con tejanos rotos como no y otra camisa.

VICTOR: Mírala bien porque no tengo más camisas.

Se dieron un largo beso de buenos días

SAMANTA: Me da igual como vayas vestido.
VICTOR: A mí también, pero vas guapísima como siempre con ese vestido que te…
SAMANTA: ¿Me qué?
VICTOR: Te hace unas tetas para comérselas.

Ella soltó una carcajada dándole un golpe en el hombro.

SAMANTA: Encima de graciosillo, descarado.
VICTOR: Bien, bueno, ¿dónde vamos?
SAMANTA: Tú conduce que yo te guio, en media hora paramos a desayunar.
VICTOR: Ok jefa, yo ya he desayunado.
SAMANTA: Pues lo vuelves a hacer listillo, sino consulta antes coño.

Salieron, pararon a desayunar, siguieron el camino y una hora y cuarto más o menos más tarde aparcaban el coche en una calle de un pueblo de la costa donde Samanta había pasado muchas vacaciones desde pequeña con sus padres. Pasearon por sus calles cogidos de la mano o él pasándole la mano por el hombro y ella por la cintura, se besaban y reían como dos enamorados que eran, salieron al paseo marítimo y mientras Víctor miraba el mar Samanta se acercaba a un portal abriéndolo, subieron por unas escaleras al segundo piso y entraron en el apartamento, uno típico de la costa, decorado con motivos marinos, Samanta no le dejó observar demasiado, lo llevó directamente a su habitación levantando la persiana enseñándole las vistas al mar.

VICTOR: Las vistas son muy bonitas, pero hoy tengo otras más cerca que me gustan más.

Samanta le sonrió apartándolo de la ventana, se colocaron uno enfrente del otro al lado de la cama.

VICTOR: Así que este es tú plan.
SAMANTA: Me hacía ilusión que la primera vez fuera algo especial, sin prisas, en una buena cama, sin que nada ni nadie nos moleste.
VICTOR: Me parece muy bien cariño.

Samanta se le acercaba besándolo, un beso largo y húmedo, con las manos de él alrededor de su cintura y las suyas una en el hombro y otra acariciándole la cara. Cuando separaron los labios Samanta le miraba a los ojos.

SAMANTA: ¿Puedo desnudarte?

Víctor le sonrió confirmándoselo con un leve movimiento de cabeza, ella se mordió el labio pensando lo que iba a disfrutar haciéndolo, le pasó las manos por encima de la camisa palpando su cuerpo como guardando en su recuerdo aquella sensación sin haber visto lo que había debajo, le desabrochó el primer botón de arriba de la camisa siguiendo lentamente con los demás hasta llegar al último, por la abertura de la camisa abierta ya podía intuir lo que se iba a encontrar, ella estaba seria concentrada en lo suyo, él no podía evitar una pequeña sonrisa viendo lo que hacía su amor, Samanta le besó los labios y metió la manos por los hombros bajándole la camisa por detrás dejándola en su espalda sujeta por los puños, Víctor estaba con los brazos inmovilizados en la espalda porque no podía sacar las manos de la camisa, Samanta solo veía aquel monumental cuerpo de su chico, le pasó las manos por encima de los hombros desnudos bajándolos por los brazos, quería notar cada músculo con su tacto, los pasó por los pectorales siguiendo la línea del musculo que separaba el pecho de los abdominales, aquel hombre era como las imágenes que le enseñaron en el colegio de la musculatura del cuerpo humano pero en vivo, le besó en medio de las dos tetas, además estaba depilado, muy bien depilado, ni un pelo en su parte superior del cuerpo, sus manos le recorrían los abdominales músculo a músculo hasta llegar a contactar con el pantalón, separó las manos una para cada lado apoyándolas en su cintura, le miró el cuerpo en general y levantó la vista para fijarlas en sus ojos, él le sonreía.

SAMANTA: Que cuerpo tienes cariño.
VICTOR: ¿Te gusta?

Como respuesta tuvo un soplido de ella abriendo los ojos, Víctor adelantó las manos para que viera que estaba atado con la camisa, Samanta rio desabrochándole los puños, él se la quitó dejándola encima de la cama, Samanta siguió con su estricto cacheo, se arrodilló en el suelo y le pidió que levantara un pie para quitarle los zapatos y los calcetines dejando los pies desnudos encima de la alfombra, se quedó arrodillada, la cabeza le llegaba delante del paquete, le miró la cara como pidiendo permiso para abrir aquel pantalón, en realidad no le pedía nada, tenía muy claro lo que quería hacer con permiso o sin él, acercó sus dedos al cinturón y lo desabrochó lentamente, no tenía prisas y quería gozar de aquel momento, separó el cinturón y desabrochó el botón, Víctor hacía rato que con tanto sobeteo había notado que la polla se le estaba poniendo “contenta”, Samanta fue desabrochando uno a uno los botones de la bragueta no pudiendo evitar notar el bulto que tenía debajo, los agarró por los lados y tiró de ellos para abajo concentrándose en ayudarle a que sacara las piernas, parecía que no quería mirar todavía los calzoncillos, cuando le quitó los pantalones le fue pasando una mano por cada pierna desde los pies hasta encontrarse con la tela de los boxes, entonces sí que quiso mirar, lo primero en que se fijó fue en lo qué más resaltaba, en su polla estirada hacía el lado, ella seguía con ciertos nervios acariciándole la parte externa de los muslos con su vista fija en aquella polla, él se la miraba desde arriba sonriendo viéndola disfrutar de aquel momento. Inspiró aire para sus pulmones abriendo un poco la boca y metió dos dedos por cada lado de los boxes bajándolos lentamente, al ver que se le enganchaban en la polla con una de las manos le abrió el calzoncillo para dejarle espacio bajándoselos hasta los muslos, la polla se sintió liberada apuntando para delante, para la cara de Samanta que lo primero que le sorprendió fue ver que estaba también completamente depilado de “allí”, ni un pelo por el pubis ni los huevos, se miraba la polla con curiosidad intentando adivinar a que tamaño podría llegar, le bajó los boxes a los tobillos esperando que él sacara los pies para dejarlos a un lado y centrarse de nuevo en la parte que más interés le despertaba en esos momentos, se fijó en los huevos, no parecía que le colgaran demasiado y eso le gustó, acercó una mano y le agarró la polla, le miró a los ojos.

SAMANTA: Quiero verla tiesa.

Y sin esperar respuesta le empezó a hacer una paja lentamente a su chico, luego mientras lo hacía pensó que eso de: “Quiero verla tiesa”, no había quedado muy fino, pero qué más daba, le estaba haciendo una paja delante de su cara, iba a estar en ese momento para finuras. Víctor notó el suave tacto de la mano de Samanta que le rodeaba la polla apretándosela un poco iniciando una paja lenta, levantó la vista cogiendo aire, sabía que acabaría de crecer en nada. Samanta vio y sintió en su mano como el cipote de Víctor crecía y se hacía más ancho, con la otra mano le iba recorriendo el muslo acabando pasándola por detrás agarrándole un glúteo, con la presión de la mano en su culo y la paja que le estaban haciendo Víctor se estaba calentando, o mejor dicho, Samanta lo estaba calentando bien. Ella paró la paja mirándose la polla con atención, parecía estar todo lo tiesa que podía estar, le hacía una forma un poco curva hacía arriba dejando ver un buen capullo, la piel que lo cubría al principio se había retirado dejándolo a la vista, a ella le faltaba un poco para poder rodearla completamente con su mano, con el dedo pulgar sí que la rodeaba pero a los otros le faltaba un trozo para poder tocarse la mano, de larga calculó como dos puños y medio cerrados de ella. Le miró a los ojos a Víctor sorprendida no pudiendo evitar la vocecita de boba exclamando.

SAMANTA: ¡Es perfecta para mí!

El se moría de risa.

VICTOR: Es que hemos nacido uno para el otro cariño.

Samanta había calculado que aquel tamaño era el que le daba más placer cuando se la metiera, recordó rápidamente como un par de años antes estando de vacaciones con sus padres en aquel mismo apartamento, una noche salió con las amigas con la intención de ligarse algún extranjerito para darse un homenaje que hacía tiempo que no se daba, conoció a uno muy mono que le gustó y acabaron en la playa, cuando le vio la polla era enorme, tenía un pollón que solo de pensar en meterse semejante cosa en su coño se asustó, le acabó haciendo una paja para no dejarlo a dos velas después de haberlo calentado y salió corriendo, al día siguiente cuando sus padres se fueron a la playa se hizo una ella para aliviarse.

Pero de aquella no se asustó, aquella la enamoró igual que su «propietario». Después pensó que lo había llevado hasta allí para follárselo, que estaba muy enamorada de él y se lo hubiera tirado igualmente tuviera la polla que tuviera, incluso si hubiese sido demasiado grande para ella, pero no, la tenía como ella la había soñado o mejor, ¿sería verdad que habían nacido uno para el otro como decía Víctor?

Víctor la agarró por los sobacos levantándola, la besó metiéndole la lengua en la boca que ella aceptó chupándosela, le dio la vuelta y le bajó la cremallera del vestido dejándolo caer a los pies de Samanta, le pasó las manos por delante y le agarró las tetas besándole el cuello, ella lo giró para dejarle espacio y gimió levemente del contacto de sus fuertes manos agarrándole con seguridad sus tetas, se las amasaba y le rodeaba con sus dedos los pezones poniéndoselos duros, ella llevaba las manos para atrás agarrándole una nalga con cada una, Víctor la volvió a girar besándose los dos con pasión, se arrodilló delante de ella y le quitó con delicadeza los zapatos, cogió el vestido que estaba encima de la alfombra y lo tiró en una silla, le miró las braguitas, le puso una mano en medio de las rodillas y la fue subiendo, Samanta sabiendo lo que venía se agarró a los hombros levantando la cabeza soplando, se estaba calentando a base de bien. La mano de Víctor llegó a la entrepierna y Samanta las abrió para que pudiera llegar a su “destino” sin problemas, Víctor metió la mano de lado tocándole las bragas, notó que las tenía mojadas, no le extrañó por la calentura que estaban cogiendo los dos, la movió un poco haciéndola gemir y no pudo evitar agarrarle con la otra mano el culo y meterle la boca encima del coño oliéndole las bragas.

Samanta estaba con las piernas un poco separadas y sus manos apoyadas en sus grandes hombros, cuando notó que la mano de Víctor le rozaban las braguitas, bajó la cabeza para ver a su caballeroso amante como le miraba con atención las bragas y sus dedos le frotaban el coño sacándole un gemido, eso pareció disparar algo dentro de Víctor, acercó su cabeza y le mordió suavemente el chocho inspirando profundamente, Samanta volvió a gemir quedándole con una duda, ¿había inspirado por excitación o para oler sus braguitas mojadas?, ¿le estaba oliendo el coño?, si era así le había sorprendido, ella pensaba que tal como se había comportado hasta ese momento en los momentos íntimos sería muy delicado, muy fino y tierno, y así había sido de momento, pero ese arrebato de pegar su nariz a las bragas le daba otra actitud más agresiva, más primitiva, es como si le saliera la parte más animal a aquel cuerpo musculoso.

Víctor se puso de pie agarrando las nalgas de Samanta, los dos abrieron la boca sacando las lenguas para que se retorcieran entre ellas, en un rápido gesto de él Samanta se vio en el aire, la había cogido en brazos como si fuera una niña, como si su cuerpo no pesara nada, y la posaba suavemente sobre la cama, se besaban de nuevo, ella pensaba que aquella fuerza que demostraba para manejarla le gustaba, se estaba sintiendo a gusto dejándose hacer lo que él quisiera, se estaba entregando.

Víctor bajó la boca besándola por el cuerpo, estaba disfrutando sin prisas de un cuerpazo que hacía apenas unos días pensaba que sería imposible de conseguir, se impresionó tanto al verla la primera vez, le gustó tanto físicamente como de carácter con las cuatro palabras que se llegaron a cruzar que se vio superado temiendo que si se dejaba llevar por lo que sentía y ella lo rechazaba le haría daño, por eso abandonó la idea de llamarla en su momento.

Le chupaba y lamía los pezones acariciándole y amasándole las tetas, y que tetas, sin ser demasiado grandes tenían el tamaño perfecto para el cuerpo de Samanta, no podía llegar a agarrarla entera con una de sus manos y eso que eran grandes, oía a su pareja de cama gemir, pasarle las manos por la espalda apretándole la musculatura en el momento que gemía. Siguió bajando su boca por la barriga y llegó donde tenía ganas de llegar hacía rato, le besó por encima de las braguitas notando en los labios lo pelos que tenía debajo de la tela, le separó suavemente las piernas dejándoselas muy abiertas para lamerle las ingles volviendo a sentir aquel olor de coño que le estaba gustando tanto.

Al abrirle las piernas de aquella manera Samanta se sintió expuesta, Víctor lo había hecho con delicadeza, pero con seguridad y sin titubeos como sabiendo perfectamente cada paso que daba, le lamía las ingles respirando otra vez profundamente, en ese momento ella no dudo que su animal salvaje estaba olisqueando a su víctima, que era ella. Le volvió a juntar las piernas, ella se sentía como una muñeca a la que van cambiando de posición, le estiró de las bragas y se las fue bajando hasta quitárselas, las vio volar cayendo encima de la silla, antes de poder reaccionar volvía a estar con las piernas muy abiertas y los labios de Víctor le subían por el medio de los muslos, notaba el tacto de su lengua mojándoselos, se le tensaba la espalda de pensar en lo que llegaba, no tuvo que esperar mucho que sintió su lengua debajo del agujerito de su coño y como subía lentamente moviéndose despacio de lado a lado hasta llegar a pasar por encima de su clítoris saliendo por la parte de arriba, Samanta se agarró a las sabanas con fuerza gimiendo abriendo mucho la boca y cerrando los ojos, escuchó entre un gemido y un gruñido de Víctor que volvió a hacer el recorrido con la lengua a la inversa, estiró los brazos para agarrarse a su cabeza volviendo a gemir, lo miró, él estaba con los ojos cerrados y su boca la tenía metida en medio del coño, se lo estaba comiendo saboreándolo, sin prisas, recorriéndolo de punta a punta, ella le acariciaba y le apretaba la cabeza pero él seguía sin inmutarse dándole placer.

Víctor levantó la cabeza para mirarla, la carita de placer que hacía Samanta era para comérsela, y en eso estaba, de momento le había comido el coño de punta a punta, ella estiró de su cabeza y le hizo incorporarse, lo besó con ganas, con excitación, lamiéndole la lengua y sus propios flujos vaginales. Vio que ella se movía y le dejó espacio para que fuera colocándose encima de él, se estiró boca arriba dejando que ella lo besara y le sobara el cuerpo.

Samanta estaba excitadísima de los lametazos que le había dado en el coño, tenía ganas de cambiar de posición para disfrutar ella del cuerpo de Víctor, le besaba entregándole su lengua y su mano le recorría la parte superior, pasaba de los pectorales a los abdominales volviendo a subir hasta los hombros, aquel cuerpo la tenía loca. No pudo aguantarse más las ganas y le agarró la polla, levantó la cabeza para ver la cara de Víctor mientras lo pajeaba muy despacio, se miraron a los ojos y se sonrieron como aprobando todo lo que se estaban haciendo uno al otro, sin perder la sonrisa fue bajando la cabeza, le besó en medio de las tetas, los abdominales y el pubis, tan bien rasurado que lo volvió a besar para sentir en sus labios la suavidad de la piel, su mano seguía subiendo y bajando por la polla de Víctor y el siguiente beso se lo dio en la punta, escuchó como él soplaba, le pasó la lengua por encima probando su sabor y lo volvió a repetir varias veces, separó la boca mirándose de nuevo aquella polla “mágica” que parecía que la tenía hipnotizada, como le gustaba, se metió el glande en la boca y lo chupó, Víctor gimió levemente y se animó a volver a chupar con más fuerza escuchando esta vez un buen gemido, lo hizo varias veces para poder oír y sentir como le daba placer, quiso comprobar hasta dónde podría metérsela sin ahogarse, fue bajando los labios notando como le invadía cada vez más la boca hasta tocarle la campanilla, le vino una arcada sacándosela rápidamente, volvió a chuparle el glande, notaba como bajaba su propia saliva por el tronco de la polla mojándole la mano, se le metía entre los dedos y la podía deslizar con más suavidad, se estaba pasando de excitación, se la volvió a meter hasta la mitad succionado como si estuviera mamando de un biberón, Víctor gritó de gusto agarrándose a la sabana con su puño cerrado y le puso la otra mano en la cabeza acariciándole el pelo, ella seguía succionando, él no paraba de gritar y la polla estaba dura como una piedra.

Samanta se incorporó tirándose a los brazos y la boca de Víctor volviendo a besarse con pasión, le susurró mirándole a los ojos.

SAMANTA: Te quiero follar cariño, quiero sentirte dentro de mí.

Vio como él estiraba un brazo para alcanzar un condón de la mesita, ella no sabía cómo habían llegado hasta allí, cuando le estaba desabrochando la camisa botón a botón él se había metido la mano en el pantalón sacando varios condones dejándolos encima de la mesita, Samanta no se había dado ni cuenta de lo concentrada que estaba en quitarle la camisa.

Con un corto movimiento de sus dedos Víctor destrozó el envoltorio del condón, se lo puso sujetándolo por la punta y con dos dedos lo fue desenrollando alrededor de su polla, miró a los ojos a Samanta que no se había perdido detalle de la operación y se volvieron a besar, ella se fue colocando encima de él, le agarró la polla y movió el culo para acertarse la punta en el agujerito de la vagina, notó el contacto, dejó caer el culo lentamente sintiendo como el miembro de su amante le iba entrando abriéndole el coño, un calorcito le subió a las mejillas dejando ir un gemido, Víctor la miraba atentamente, ella seguía bajando su culo introduciéndosela más profundamente con su mano todavía sujetando la polla por la base, bajó la cabeza cerrando los ojos del placer que estaba sintiendo, el culo tocó la mano que la sujetaba y la sacó dejándolo caer ensartándose del todo, gimió con fuerza junto a Víctor, se sentía llena, sentía en su interior a su novio, aquel chico que hacía tres días era un desconocido en ese momento estaba dentro de ella, invadiéndola, invadiéndose uno al otro, juntando sus cuerpos de la manera más intima para fusionarse, se movió de atrás adelante frotando los sexos, a Samanta le subió un calambrazo de gusto del clítoris al cerebro gritando, Víctor le acariciaba las tetas con una mano y con la otra le apretaba el culo, ella se sujetaba con sus dos manos apoyadas en sus pectorales moviéndose en todas direcciones, lo hacía lentamente disfrutando del placer que le estaba produciendo, un placer que se estaba apoderando de ella por momentos, aumentaba le velocidad de sus caderas moviéndose encima de él y le aumentaba el gusto, sentía el calor en sus mejillas.

Víctor se había quedado embobado mirando la carita de placer de Samanta, como movía su cuerpo con su polla dentro, podía sentir el roce con las paredes de su vagina jadeando y respirando fuerte, se preocupaba de acariciarle una teta manteniéndole los pezones duros y con la otra mano sentía la piel de su bonito culo. La cara de Samanta era preciosa excitada, le encantaba oír sus gemidos que poco a poco iban aumentando de volumen, igual que su cuerpo que se movía con más rapidez agarrándose con sus manos a sus pectorales apretándolos, la vista de Samanta estaba como perdida sintiendo placer, Víctor sonrió jadeando viendo como se le ponía colorada la cara a su amor.

A Samanta ya le estaba subiendo sin poder remediarlo un placer tremendo que de golpe fue como si le estallara dentro corriéndose a gritos, cerraba los ojos con fuerza para poder soportarlo y se seguía moviendo para que no se acabara nunca. Víctor sintió el momento viendo los calambrazos que daba Samanta corriéndose y gritando, ella seguía moviéndose con el coño tan mojado que su polla entraba y salía con mucha suavidad.

Ella fue bajando lentamente su cuerpo hasta quedar apoyada encima del de Víctor, él la rodeaba con sus brazos abrazándola sintiendo los latidos de su corazón acelerado en su pecho. Samanta apoyaba sus manos en los lados del cuerpo de Víctor, notaba como él la estrechaba entre sus brazos y se sentía protegida, querida, llena en su interior por su polla que no quería sacarse, jadeaba recuperándose y le besaba el cuello. Habían generado tanto calor que los cristales de la ventana estaban empañados y caían las gotas creando unas líneas verticales, sus cuerpos un poco sudados hacían que se les enganchara la piel, ella se sentía contenta, segura y satisfecha.

Víctor pensaba en aquel cuerpecito precioso entre sus brazos que había conseguido en pocas horas que la quisiera tanto, pensaba en protegerla, en no dejar que nada pudiera hacerle daño, le parecía un ser tan delicado, tan tierna, tan cariñosa con él, realmente se estaba convenciendo que habían nacido para conocerse y ser felices.

La boca de Samanta subiendo de su cuello a sus labios besándolo le hizo abandonar sus pensamientos entregándose al beso, ella se empezaba a mover de nuevo sacándose un poco la polla volviéndosela a meter gimiendo. Se miraron a los ojos y él le dio la vuela sin sacarle de su vagina su polla colocándose encima apoyándose con sus manos en la cama levantando el tronco, ella lo miraba fijamente, pensaba que si se dejaba caer de golpe con todo aquel cuerpo la chafaría como a una hormiga, un gran placer le subió de su coño, él la estaba penetrando hasta el fondo moviendo su culo en círculos, se agarró fuerte a sus brazos notando su musculatura tensa, Víctor daba vueltas a su polla dentro de ella, la sacaba volviéndola a meter, daba más vueltas, la sacaba de nuevo hasta casi la punta, ella sentía un tremendo vacio en su interior y de pronto volvía a notarse llena por un golpe de cadera seco de su amante que se la metía hasta el fondo, le hacía gritar fuerte quitando sus manos de los brazos llevándolas a su espalda, abría más las piernas y levantaba el culo para que la penetración fuera lo más profunda posible, lo quería muy dentro de ella, todo lo que pudiera.

Víctor se estaba excitando mirando como entraba y salía su polla de dentro del coño de Samanta, se encajaba perfectamente dentro de ella. Samanta le seguía el ritmo subiendo su culo cada vez que él se la metía de golpe hasta el fondo dando un grito los dos a la vez. Se miraron fijamente a los ojos, ella le agarraba con fuerza apretando sus manos sobre el culo, él no podía parar de moverse penetrándola, de sentirla suya, de oírla gritar de placer, un placer que a él le estaba subiendo llevándolo al orgasmo, aumentó un poco más el ritmo. Samanta sentía que la estaba partiendo por la mitad, de gusto, de placer, de notar aquella polla que se encajaba perfectamente dentro de ella entrar y salir más rápido, le hizo dar unos cuantos gritos a todo lo que le daban los pulmones sabiendo que estaba a punto otra vez. Víctor intercambiaba los gemidos con gruñidos, era como un animal, estaba desbocado y ciego de lujuria empezando a soltar lechazos dentro del condón en el coño de Samanta, que en ese instante empezaba a correrse y al notar que él también lo hacía levantó el tronco aguantándose con sus manos en la espalda de Víctor, apoyando la cara en su pecho para sentirlo más cerca, oía como la bestia gruñía y gritaba de gusto vaciándose, la buena forma física de Víctor y el calentón que ella le había hecho coger le hacía aguantar más tiempo sin parar de penetrarla, Samanta pensaba que se moría de gusto, tenía el cuerpo tenso agarrada al de él que no lo soltaba por nada del mundo.

Poco a poco fueron bajando el volumen de sus gritos convirtiéndolos en gemidos y después en jadeos, él se fue dejando caer con cuidado encima de ella apoyando los codos en la cama para no chafarla, ella le rodeaba el cuello con sus brazos apretándolos, Víctor colocó su cabeza al lado de la de ella besándole el cuello. Samanta notaba como se iba aflojando la polla dentro de ella, le pasó una mano por la cabeza acariciándosela, le susurró con voz de cansada…

SAMANTA: Bestial.

A Víctor le pareció escuchar algo.

VICTOR: ¿Has dicho algo amor?
SAMANTA: Que ha sido bestial.

El le beso de nuevo el cuello, se quedaron un rato en silencio.

A Víctor le pareció el polvo con el que había sentido más en su vida, como lo había excitado, como le supo acompañar en el ritmo con sus movimientos, y como se corrieron los dos a la vez le pareció espectacular. Samanta no se podía creer que la primera vez que follaban pudiera haber sido así, aquellos movimientos de él que a ella le parecían los del un animal salvaje, seguramente influenciada por el imponente físico que en esos momentos la tapaban totalmente debajo de él.

Se miraron y se besaron, el se levantó con cuidado para quitarse el condón y hacerle un nudo para que no se escapara nada, no sabía qué hacer con él y Samanta sonriendo se lo pidió, lo cogió mirando la cantidad de semen que había dejado dentro y el espesor, Víctor no sabía si lo hacía por curiosidad o por estar estudiando biología, lo dejó en el suelo a un lado, abrió la sabana de la cama metiéndose dentro esperando que él hiciera lo mismo, se metieron los dos y se taparon abrazándose.

El se estiró boca arriba y ella puso su cabeza encima de uno de sus pectorales y con la mano jugaba con los abdominales, Víctor le acariciaba el pelo.

SAMANTA: Que bien se está, no me levantaría de aquí nunca más.
VICTOR: Levantarnos un poquito a comer sí, ¿no?
SAMANTA: Tú siempre tienes hambre. Que hoy has desayunado dos veces, no pasa nada si aguantas un poco sin comer.
VICTOR: No puedo aguantar sin comer, lo necesito.
SAMANTA: Pues cómeme a mí.
VICTOR: A ti te voy a comer enterita.

Se giró dejándola a ella a un lado boca arriba, él se puso de lado y le acaricio la carita, se besaron mucho tiempo, jugaron con sus labios y sus lenguas hasta cansarse, se miraron a los ojos enamorados y la mano de Víctor fue recorriendo todo el cuerpo de ella, hombros, tetas, abdomen, pubis, piernas, volviendo a subir y bajar unas cuantas veces a la vez que se besaban de nuevo.

VICTOR: Que cuerpo más bonito tienes, me tiene loco.

Samanta le tocaba el pelo con cariño, él se entretuvo pasándole un dedo por encima de los pezones, ella le miró cerrando los ojos para hacerle saber que se estaba excitando, Víctor sonrió y bajó la mano hasta una pierna volviéndola a subir abriéndoselas. Samanta notaba aquellos dedos jugando con uno de sus pezones y el calorcito de la excitación lo volvía a sentir en su cuerpo, respiró cuando dejó de hacerlo y bajó la mano por su cuerpo hasta una de las piernas, cuando volvió a subir cambiaba de pierna apartándolas un poco dejándoselas abiertas, ella se dejaba hacer, no le pensaba decir que no a nada. La mano siguió su camino y pasó por la ingle subiendo hasta su pubis por un lado, con dos o tres dedos le empezó a dar vueltas justo encima de la rajita, Samanta sopló y tensó la espalda de pensar que Víctor le iba a hacer una paja. Víctor subió la mano y se metió dos dedos en la boca mojándolos de saliva, a ella le cambio la cara, se excitó de golpe y gimió cuando él le metió los dedos en la rajita del coño dándole vueltas al clítoris, le apretó un brazo con fuerza. Víctor le susurró…

VICTOR: ¿Te gusta así?, guíame, dime como hacerlo para darte placer.

Samanta le miró a los ojos y lo besó, lo besó con pasión porque le pareció un detallazo que tuviera la humildad de preguntarle, de interesarse por lo que a ella le gustaba, ningún chico jamás se lo pregunto ni se interesó en que ella le enseñara como le gustaba, esos detalles le hacían estar más enamorada de él. A Víctor siempre le había funcionado muy bien preguntarle a las chicas como les gustaba que la tocaran, no tenía que perder tiempo en observar sus reacciones para saberlo y a ellas les gustaba que se interesara, Samanta no fue una excepción por su reacción.

SAMANTA: ¿Quieres aprender a tocarme?
VICTOR: Si, eso te he pedido, si te tengo que meter mano quiero que lo disfrutes.

Samanta soltó una carcajada.

SAMANTA: Me puedes meter mano cuando te dé la gana.
VICTOR: Por eso quiero aprender.

Bajó una mano y la puso encima de la de él, con dos de sus dedos le fue dando vueltas al clítoris cerrando los ojos, estuvo un ratito.

SAMANTA: Ves que se está mojando.
VICTOR: No lo veo pero lo noto.
SAMANTA: Pues ahora seguiremos por encima.

Le puso los dedos encima y él pudo notar su clítoris hinchado y duro, Samanta gemía desinhibida, lo fueron presionando moviendo los dedos de lado a lado, cuando pasó un rato el chichi lo tenía tan mojado que se podía oír el ruido del roce de los dedos.

SAMANTA: Ahora tendrías que meterme un dedo o dos en la vagina, pero prefiero que me metas otra cosa.

Víctor se giró de golpe para coger un condón, ella reía de su reacción siguiendo con el ritmo de la paja, se lo puso rápidamente y se levantó caminando por encima de la cama con las rodillas para colocarse en medio de las piernas de Samanta, se sentó colocando las piernas de ella por encima de las suyas y movió el culo para quedar cerca de su coño, se agarró la polla y miró a Samanta a los ojos, ella le hizo un pequeño gesto de confirmación y se la fue metiendo despacio hasta el fondo levantando un poco el culo, ella cerró los ojos volviéndose a sentir llena de polla, inició un pequeño vaivén con su culo para meterse y sacársela sin dejar de frotarse el clítoris, Víctor estaba atento a todos los detalles moviendo sus dedos al ritmo del de ella.

Samanta gritaba de gusto, sus dedos presionándole el botoncito “mágico” y sintiendo el miembro de él como entraba y salía de su interior la estaba matando de gusto, Víctor fue acelerando el ritmo, a ella le empezaban a subir los calores, lo dejó seguir solo y se agarró a las sabanas con las dos manos apretando los puños, el gusto que le estaba subiendo era muy fuerte, todo en la relación con él era fuerte, y estaba claro que había aprendido rápido por el ritmo que le estaba dando a los dedos y a la follada que la estaba matando. A Víctor se le estaba hiendo la cabeza de oír el ruidito que conseguía hacerle frotándole el chichi de aquella manera, que se juntaba con el de su polla entrando y saliendo. A Samanta el calorcito la abrasó corriéndose pegando unos gritos tremendos estirando con sus manos de la sabana, Víctor fue escuchar aquellos gritos y cambiar los gemidos por más gritos corriéndose por segunda vez. Le hizo el nudo al condón dejándolo al lado del primero.

Ese primer domingo juntos no lo olvidarán nunca ninguno de los dos, se confirmaron a ellos mismos que aquella otra persona que habían conocido casi por casualidad iba a ser alguien importante en sus vidas, no comieron metidos en el fragor de conocer sus cuerpos pero si cenaron durante el viaje de vuelta, estaban sentados en la mesa de un restaurante y se miraban pensando que aquel maravilloso día se estaba acabando…

SAMANTA: Que pena que se acabe el día, ¿verdad?
VICTOR: Si, es una pena. Esta semana de después de los exámenes supongo que la tienes libre como yo, ¿no?

Samanta se quedó con el tenedor en la boca pensando, entendió a su novio a la primera. ¿Qué pasó a partir de ahí?. Que su amigo y Teresa alucinaron de haber dejado a dos solitarios y encontrarse a una pareja consolidada después de un fin de semana. Qué Samanta lo más rápidamente que pudo hizo dos cosas, pedir hora en el ginecólogo para sentir a Víctor más y mejor y pasar por su estética para que la depilaran entera. Qué los padres de Samanta no volvieron a oler el apartamento, pasaron la semana entera ellos amándose, fueron todos los fines de semana, las vacaciones y todos los días que tenían libres después de exámenes o por cualquier otra excusa. Se veían todos los días, ella empezó a ir al gimnasio para estar con él, con el tiempo se dio cuenta que se sentía mejor y que le ayudaba a mantenerse en forma para su pareja, si tenían exámenes quedaban para estudiar juntos en casa de uno o del otro, con la excusa de estudiar se quedaban a dormir juntos muchos días acabando haciéndolo casi a diario, se volvieron inseparables. En alguna comida familiar con los padres de los dos se les hacía la broma de que sus padres habían adoptado a alguien en la familia. Les intentaron convencer de que a lo mejor un poco de distancia entre ellos no les vendría mal, que salieran algún día solos con los amigos o cosas así, pero fue imposible, ellos se sentían fuertes juntos, se necesitaban ver, tocarse y sentirse.

De tal manera iba su relación que cuando él acabó la carrera, antes de lo que sería lo normal como se planteo igual que hizo su padre y encontró trabajo en un bufete importante, los mismos padres les dijeron que se casaran, que ellos les ayudarían, estaban seguros que lo hacían para sacárselos de encima y que hicieran su vida, los padres de Samanta por fin pudieron volver a ir a su apartamento de la playa.

Ellos en aquel primer apartamento pequeño que empezaron la vida de casados eran felices, era lo que querían, estar juntos siempre. Samanta acabó su carrera y encontró por unos amigos de sus padres un trabajo en un laboratorio, a partir de ahí fueron independientes. Al amigo de Víctor le ofrecieron en la empresa que trabajaba un traslado subiéndolo de categoría, se fueron con Teresa a otra ciudad lejos de ellos y el contacto se limitó a algunas llamadas en fechas señaladas y algunos mensajes.

Cuando Víctor empezó el trabajo en aquel bufete el mismo día también lo hacía otro chico, como eran los más novatos y no conocían a nadie comían juntos y hablaban de cómo le iba a cada uno, de esta manera conoció a Gabriel, el mejor amigo actualmente.

Samanta no tardó en quedarse embarazada y con dos años de diferencia tuvieron dos niños. Se mudaron a otro piso más grande durante un tiempo, hasta que el padre de ella le dijo a su hija que le regalaba una casa que estaba en las afueras de la ciudad si la querían, como había hecho con la hermana mayor en su momento, la fueron a ver y pensaron que invirtiendo en ella podían hacerse la casa de sus sueños. En ese tiempo a Víctor las cosas como abogado le empezaban a ir muy bien, se había afianzado en el bufete y era uno de los miembros más activos, trabajaba mucho y bien. Siempre fue muy competitivo y muy deportista, se exigía a él mismo mucho para mejorar físicamente y para obtener resultados en su trabajo.

2 comentarios sobre “El bufete de abogados (6)

  1. Para mi es la oda de los relatos eróticos, increíble la pluma y el valor de imaginación del autor, felicitaciones !!!…da gusto leer tal belleza de relato, gracias por compartir esta música erótica tan bella que escribes.

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