GRACE SUÁREZ

Le he visto realmente y he quedado absorta en mis pensamientos al contemplar la pulcritud que ondea entre sus vestiduras al caminar. Le he visto y me ha mirado, con la inocencia puesta a mi disposición, clareando mi destino y atándolos con fuerte vehemencia a las mieles de su esencia. Ha paseado entre tantos lugares fuera de mí, de mis ansias de poseerle, de mis fervientes locuras que aclaman su llegada y de mis silencios que añoran arroparlo en la mitad de la madrugada.

Entre tanto mis emociones se han visto sacudidas con el contacto fino y tibio de sus labios contra mi frente, ha esperanzado todo acto y ha fijado sobre mí sus brillantes y claros ojos, que en medio de la negritud de mis vacilantes días son como faros que guían el camino, ¡Que desdicha que esas furtivas manifestaciones aún se hallen lejos de mí! Y en medio de mis atacantes soledades he de preguntarme, ¿con qué derecho este ser enturbia mis sueños y aumenta mi curiosidad por saborear las delicias que se esconden tras los trazos suaves de su boca?

Nada, no hay respuesta alguna con la que pueda apaciguar mi constante desespero por saber la intención de sus apariciones tan esporádicas, pues aún no le he hablado y tampoco le he proferido las palabras más elocuentes que podría escuchar en su complicada vida. Me temo por tanto que a mis visiones le he otorgado su forma y su nombre, le he adjudicado la suavidad intacta de sus manos de seda que se haya tan blanquísimas sobre mí que estremece hasta el más decadente de mis pensamientos. Y me enturbia la mirada, y me entretiene en su perfecta sonrisa cuyos dientes han de ser diamantes refulgentes en la oscuridad, allí en ese curvar de labios tan exquisito ha de hallarse la peligrosidad que aclaman mis días, justo allí donde el sueño de mis noches podría quizá ocupar unos segundos en esta realidad tan apremiante, pero entre mi cobardía por ahora me es suficiente con admirarle, verle con detenimiento y alimentarme de la fuente delicada de sus melodías que solo tienen lugar para mí a través del fino retumbar de su perfecta voz en mis oídos.

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