LOBACO
Prólogo
Desde la ventana cuelga su mirada que a pesar de estar gastada aún ansía traspasar el horizonte. Entre tanto su corazón cada vez más cansado jamás ha dejado de latir por él. Mientras sueña despierto espera a que llegue el niño recién bañado para acostarlo y contarle una de sus historias antes de dormir. Mientras recuerda el escarmiento.
Mira una y otra vez el verde prado donde juegan los conejos entre dos luces y clava su mirada más allá. En la espesa ribera del río donde ya deben estar hozando los jabalines.
La barba que nunca cuidó ni de corta ni de larga y mucho menos se preocupó de rasurar. La calva sin un solo pelo desde hace mucho y unos fieros y azulados ojos que jamás se cansan de mirar el campo. Poco hace que lo anduvo y poco falta para volver y aun así los minutos le parecen horas.
Llega el niño de la mano de la madre que lo deja en la cama sin decir palabra, nunca le gustó su suegro y a él ni puta falta que le hace.