JUANA APARICIO
En el momento preciso, la palabra como un disparo marcó el cambio para después desaparecer con el leve eco de los pasos.
El día se deslizaba lamiendo los segundos, igual que el río; el aire sonaba a cristal líquido entre los gestos de alegría.
La palabra tronó e hizo retumbar el vidrio en el que aún centelleaban las sonrisas, salvoconducto infame hacia un lugar sin brillo.
En este preciso momento cambiamos de mundo, se partió el frágil puente de luz y nos quedamos sin brisa, en el desierto.