ESTHER DE PABLO
Miro por mi ventana y ya no lo veo. Unas lágrimas recorren mis mejillas
Llegué hace más de 15años, a vivir a este tercer piso: el ático de la casa; con vistas a montañas lejanas y árboles cercanos.
Un pino, del jardín de la planta baja, me debió ver llegar y decidió formar parte de mi vida.
Centímetro a centímetro creció hasta alcanzar mi altura y saludarme cada mañana , a eso de las 5,30 , con el canto de un pájaro en su copa; frente a mi ventana. Esto hizo que comenzara a levantarme a esa hora, aprovechando el magnífico silencio de la mañana.
En días de vientos fuertes, era un espectáculo verlo bailar de un lado a otro; saludándome como una gran mano extendida. Era mi amigo silencioso .
Lo cortaron de raíz.
Su extrema altura les pareció peligrosa.
Hoy lo extraño, al mirar por la ventana contemplando la lluvia. No me consuela ver las peñas del fondo, que alguna vez escalé; por bonita silueta que tengan
Qué sensación de vacío!!!
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